miércoles, 22 de julio de 2009

MUJER SIN PASADO (RONALD NEAME - 1964)


Deborah Kerr en un papel un tanto habitual, de mujer mas madura en los comportamientos que en la propia edad. Me parece que como ejercicio de cinefília tendré que averiguar aquellas de sus interpretaciones donde, en una especie de “cambio radical”, nos regale algún papel tipo "cabecita loca" o similar. De entrada, lo mas parecido que recuerdo así, a bote pronto, es su trabajo en aquella extraña cosa que se llamó Casino Royale (versión 1967) donde las sonrisas se quedaban por el camino en simples y lastimosas muecas.

Aquí interpreta un personaje difícil, he de reconocerlo, del que sale airosa y con nota. El papel de institutriz de una jovencita (Hayley Mills) cuya cabecita anda un tanto mal equipada a consecuencia de conflictos abuelo-materno-filiales con trasfondos plurimatrimoniales. Piromanías, agresividades varias y aficiones detectivescas con escalo incluidas conforman el curriculum de este personajillo a domar por la señorita Madrigal.

Como es habitual en este género de niños/as impresentables, el espectador tiene la acostumbrada tentación de estrangular a la criaturita. Recuerden al respecto La calumnia, sin ir mas lejos. Claro que ni la ficción ni la educación adquirida en el manual de buenos modales leído en nuestros años mozos permiten que vayamos más allá por lo que todo se queda en un susto. Susto del que todos acaban recuperándose gracias a un final tipo “todo el mundo es bueno” que he de reconocer que es el único posible. Cualquier otra opción hubiese sido terriblemente injusta.

En una línea de mocosa rebelde y mal criada bastante creíble, aunque un pelín sobreactuada, Hayley Mills, quien debe apechugar con su historial Boston-California-Disney, lo cual no favorece precisamente su reconocimiento como actriz de carácter. Sin embargo no hay que ser demasiado injustos con ella. Tiene sus seguidores, especialmente "born in USA". Su contrapunto, al borde de la británica flema, John Mills. Al respecto de este gran actor quiero decir que si bien es padre en la realidad de Hayley no lo era en la ficción, por lo que algunos comentarios de este film en Internet cometen un error de cierto bulto. Claro que, nada parecido a otro error leído, donde se convierte a la institutriz en un hombre.

Supongo que muchos de estos comentarios son al dictado. Es decir, no se ha visto el film. Ellos se lo pierden. Se pierden también la excepcional actuación de una de las grandes damas del cine británico Edith Evans en un personaje mezcla de principios, intransigencias y buen corazón. Y las ya citadas de Deborah Kerr y John Mills, con su muy sutil romance a cuestas.

 






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