"El amor ... Disculpa sin límites, confía sin límites, espera sin límites, soporta sin límites". San Pablo a los Corintios. Y los Corintios "pasapalabra" a Catherine Sloper (Olivia de Havilland) y " de oca a oca" la lectura fue pasando hasta llegar a este que les escribe. Me pongo serio: Maravillosa epístola llenísima de verdad que debería presidir los hogares y la propia vida de quienes se han unido, cualquiera que sea la forma y la religión, por propia voluntad y bajo el signo del amor.
Por ello, estamos del lado de Catherine, indignadísimos ante la falsedad, la hipocresía, el egoísmo, la premeditación y la alevosía de Morris Townsend (Montgomery Cliff) e incluso justificamos a un padre (Ralph Richardson) injustificable y que ha transmitido sus propios tormentos a su única hija heredera de su fortuna. Y repasamos por enésima vez aquella lección que la vida enseña, no en escuelas ni universidades, sino en la especies y la cotidianeidad de la ciega locura de amor.
¡Ay Catheryne! ¡Que presa tan fácil! ¡Ay William Wyler! ¡Que maestro!. De estas, mil y una en la vida, pero en el cine, pocas y tan geniales...no recuerdo. El Oscar a Olivia de Havilland una obligación para la Academia. Si no es fácil darle vida, cuerpo, facciones, ojos y lágrimas a la Catheryne ingenua y engañada, mucho menos lo es encarnar también a la Catheryne con el alma endurecida. Si es que hasta les salió barato a la Academia, un Oscar en lugar de los dos merecidísimos. Los dos para ella, aclaro.
Luego podemos hablar de un Montgomery Cliff de quien, viendo actuaciones como ésta, podemos lamentarnos con propiedad de su corta carrera, de Ralph Richardson al que conocíamos poco y prometemos redescubrir o incluso de Miriam Hopkins, habitual de Wyler, y un tanto acomodada en papeles de tía residente. Pero sobre todo hablaremos de ella, de la ingenua y de la cruel. De esa Catheryne a la que William Wyler hace pasar en poco menos de dos horas por las experiencias de la vida más hermosas y también por las más crueles.
Con una música justamente premiada, un vestuario de época maravilloso, unas interpretaciones sublimes y un tema difícil que pone a prueba tanto al director como a los actores, en mi modesta opinión, la película no hubiese sido ninguna sorpresa si le hubiese arrebatado el Oscar a El político de Robert Rossen, y lo digo habiendo visto y valorado tanto el film como el trabajo genial de Broderick Crawford.
Por ello, estamos del lado de Catherine, indignadísimos ante la falsedad, la hipocresía, el egoísmo, la premeditación y la alevosía de Morris Townsend (Montgomery Cliff) e incluso justificamos a un padre (Ralph Richardson) injustificable y que ha transmitido sus propios tormentos a su única hija heredera de su fortuna. Y repasamos por enésima vez aquella lección que la vida enseña, no en escuelas ni universidades, sino en la especies y la cotidianeidad de la ciega locura de amor.
¡Ay Catheryne! ¡Que presa tan fácil! ¡Ay William Wyler! ¡Que maestro!. De estas, mil y una en la vida, pero en el cine, pocas y tan geniales...no recuerdo. El Oscar a Olivia de Havilland una obligación para la Academia. Si no es fácil darle vida, cuerpo, facciones, ojos y lágrimas a la Catheryne ingenua y engañada, mucho menos lo es encarnar también a la Catheryne con el alma endurecida. Si es que hasta les salió barato a la Academia, un Oscar en lugar de los dos merecidísimos. Los dos para ella, aclaro.
Luego podemos hablar de un Montgomery Cliff de quien, viendo actuaciones como ésta, podemos lamentarnos con propiedad de su corta carrera, de Ralph Richardson al que conocíamos poco y prometemos redescubrir o incluso de Miriam Hopkins, habitual de Wyler, y un tanto acomodada en papeles de tía residente. Pero sobre todo hablaremos de ella, de la ingenua y de la cruel. De esa Catheryne a la que William Wyler hace pasar en poco menos de dos horas por las experiencias de la vida más hermosas y también por las más crueles.
Con una música justamente premiada, un vestuario de época maravilloso, unas interpretaciones sublimes y un tema difícil que pone a prueba tanto al director como a los actores, en mi modesta opinión, la película no hubiese sido ninguna sorpresa si le hubiese arrebatado el Oscar a El político de Robert Rossen, y lo digo habiendo visto y valorado tanto el film como el trabajo genial de Broderick Crawford.
Imprescindible.
3 comentarios:
Yo confieso: necesité ver una y otra vez "la heredera" para cambiar mi mal concepto de una Olivia atrapada en el papel de Melania.
Siempre que veo "canción de cuna para un cadáver" pienso que el papel de Olivia es el de catherine evolucionada, jaja!!
un abrazo
washington square o la heredera o mujeres que quieren creer en el amor, una Olivia feota como ella sola pero inmensa. Por cierto, hubiera estado mejor que su hermana Joan en Jane Eyre
Cada vez que tengo la suerte de encontrarme una pelicula del extraordinario william wyler experimento alegrìa, arrebato, locura sentimental y pienso en la hermosa Olivia a sus 95 años, viva, inmensa, aùn insospechada en la catherine inocente y bravia que trajo a mi vida una de las mejores experiencias como espectador. !Maravillosa pelicula!
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