miércoles, 3 de septiembre de 2008

EL TORMENTO Y EL EXTASIS (CAROL REED - 1965)



 
En la memoria colectiva Charlton Heston siempre será Ben-Hur, pero reconozco que el personaje de Miguel Ángel Buonarroti le va como anillo a un dedo insuflador de vida de un Dios bondadoso a un Adán agradecido.

En cualquier caso las similitudes entre Ben-Hur y el pintor renacentista permiten que se mantenga esa imagen de Heston a la que nos
hemos ido acostumbrando, la de su fortaleza anímica e integridad personal por encima de todo y ello en un personaje de carácter difícil y temperamental que, en defensa de sus propios principios artísticos y vitales llega a enfrentarse al Papado representado por un belicoso Julio II ( Rex Harrison) implicado más en los asuntos terrenales que en los celestes. Sin embargo fue el propio Julio II quien “ordenó” ( quiero recalcar la palabra y no relativizarla) a Miguel Ángel la pintura del techo de la Capilla Sixtina en un alarde de magnificencia para la eternidad.

Y aquella orden Papal desató, cual abierta caja de Pand
ora, todos los conflictos. Tanto los personales de ambas celebridades como los interpersonales. Buena muestra de ello, la frase sonsonete repetida una y otra vez:

- ¿cuándo vais a acabar? (Julio II)
- Cuando termine (Miguel Ángel)


Pero, recordando frases típicas y tópicas, aquello fue el inicio
de una gran amistad, de una relación de amor y desamor, de encuentros y desencuentros, muy bien llevados a la pantalla por estos dos grandísimos actores, de la mano de un buen director como Carol Reed. La mención papal de Rafael de Sanzio como acicate obliga a levantarse del lecho a un pintor abatido y la exigencia del pintor a Su Santidad de que termine su obra, prácticamente resucita al Papa de entre los muertos.

Momentos excelentes de una película excelente, cuya fidelidad histórica tal vez no sea plena (casi nunca lo es en las películas históricas
) pero que recoge magistralmente la creación de una de las mayores y mejores obras de arte que hombre alguno realizase.

Y no quiero finalizar mi comentario sin hacer mención d
e algunos de los aspectos técnicos del film. La excelente música de Alex North, los maravillosos planos fotográficos de un cielo inspirador de La creación del hombre, los vestuarios y la ambientación plenamente ajustadas al tiempo y al lugar. Aun no conseguidos, las nominaciones a los premios de la Academia significan un buen reconocimiento al trabajo en estos apartados.

Y un apunte más: Uno se pregunta ¿cómo pudo recrearse La Capilla Sixtina y la propia evolución de las pinturas?. Pues, reconstruyéndola completamente a escala en los estudios Dino de Laurentis en Roma, utilizando 16 técnicos que compusieron las pinturas con los mismos colores que tenían hace cuatrocientos años. ¡Toma ya! ¡Ahí queda, eso!



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