viernes, 5 de septiembre de 2008

EL TROMPETISTA (MICHAEL CURTIZ - 1950)




Para quienes nos encanta aquel Jazz de los pioneros, en aquellos viejos tugurios de New Orleans, “El trompetista” es un magnífico exponente de este género musical representativo por excelencia del alma negra (expresión tan gráfica como desafortunada, lo reconozco). Y lo más curioso es que recoge aspectos biográficos de un músico de raza blanca: Bix Beiderbecke, uno de esos genios “malditos” al que destrozó la bebida.

Para más curiosidades, la impagable presencia de Hoagy Carmichael, actor (recordemos su presencia en Tierra generosa de Jacques Tourneur), músico y compositor además de amigo personal de Beiderbecke, para quien compuso temas como “Riverboat Shuffle”. Hoagy lleva el hilo conductor de la película desde su posición de amigo y camarada de sesiones jazzísticas.

Y por si todo ello no fuese suficiente, la presencia de un actor y dos actrices de primerísima línea
como Kirk Douglas, Lauren Bacall y Doris Day. Esta última cantando por ella misma temas como With a song in my heart. Si le añaden un director de los buenos como Michael Curtiz de quien se han dicho y repetido tantas cosas, pues tendrán al joven con la trompeta bajo el brazo, película digna e interesante que, sin llegar a la categoría de obra maestra, se ve bien y en la que podemos apreciar la profesionalidad de sus actores, especialmente Douglas, quien se preparó a conciencia para este papel, aunque en cuanto a la música fuese doblado por un profesional de la trompeta como Harry James.

Y en la misma coctelera, un evidente chorrito de lesbianismo tan “inapropiado” para los guardianes de la decencia de aquellos tiempos que incluso limitó la explotación comercial. Hoy, superados suficientemente este tipo de cosas la película queda como una obra mas que notable, especialmente si, como es mi caso, se es aficionado al jazz de los Ellington, Armstromg, Gillespie ó Coleman Hawkins y a la que tal vez le falte algo más de osadía en su tramo final.


La bebida como remedio a las penas. ¿Pero cuales eran las penas? ¿La búsqueda de una nota inexistente ó los ojos de una mujer fatal?. La respuesta no está en el viento. La tienen delante de ustedes.







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