sábado, 8 de marzo de 2008

EL PRINCIPE MENDIGO (WILLIAM DIETERLE -1944)




Con anterioridad he comentado y valorado en las páginas de Filmaffinity así como en este blog, algunos trabajos de William Dieterle. Recuerdo: La senda de los elefantes, Jennie, Vida de Émile Zola y por encima de todo, Esmeralda la Zíngara. 

Me pregunto que tienen en común todos estos títulos, evidentemente sin contar a Dieterle. Es complicado. Yo me inclinaría por cierto aroma exótico (zíngaras y elefantes) y ese peculiar estilo narrativo de cuentos con final feliz. Películas divertimento, para resumir. Claro que, la vida de Zola tiene registros mucho más graves y debe considerarse en otro plano. Y absolutamente en común en todas sus obras: La fotografía más que notable.

Ahora voy a añadir un nuevo título a la colección: Kismet (El principe mendigo) ambientada en la Bagdad de califas y visires, de palacios y miserias... Y de nuevo Dieterle nos cuenta un cuento pleno de exotismo oriental. Un cuento maravilloso para las mentes infantiles y un cuento increíble para nuestras mentes "experimentadas". Porque de eso se trata. Nada se sostiene desde un punto de vista mínimamente lógico. Pero tiene mágia. Claro que es una mágia de burdos trucos cinemátográficos insostenible desde la aparente cordura de la madurez. Pero quisiera imaginarme a esos niños del 44 ó siguientes, con los ojos abiertos como platos y la boca sonriente. Conseguir eso es un premio para Dieterle. Por ello, aunque Kismet, siempre desde el punto de vista de la madurez, tiene evidentes puntos débiles que resquebrajan y debilitan el conjunto (por ejemplo, lo del truhán de día y señor de noche, y viceversa, no acabo de asumirlo) tiene y así debemos reconocerlo su valor como carroza donde van los sueños, especialmente los de los limpios de corazón, o sea los niños.

Para los mayores, un atractivo especialísimo: Marlene Dietrich, en un papel más breve de lo deseable pero absolutamente seductor. Y en resumen una obra entretenida, filmada en aquel Technicolor de los orígenes, un tanto llamativo, con unos decorados más que decentes, que nos invita claramente a comer palomitas. La verdad es que resultan apropiadas.





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