Las constantes vitales del cine de Ford a que me refería en La legión invencible se mantienen aquí. Sigue siendo un cine familiar donde la lealtad y los sentimientos se sitúan en un primerísimo plano, con su justa comicidad y sus actores habituales. La ausencia de John Wayne se suple con profesionales de la talla de Ben Johnson, Ward Bond o Joanne Dru, todos ellos ligados a Ford por muchas horas de vuelo o, mejor dicho, de cabalgadas y diligencias.
Incluso hay quien ha comparado este film como un poema en imágenes. Tal vez resulte excesivo. Sin embargo la caravana se mueve más por el impulso de la fe y de las ideas de la comunidad mormona que por la energía de los caballos. Y en esta misma línea, la violencia es la justa y necesaria para que podamos encuadrar la película dentro del género western.
Pero es de esos westerns que se renuevan con los años. Con los años de la película pero sobre todo con los nuestros. La juventud echará de menos la pólvora y las masacres de pieles rojas o batallas como la de Little Big Horn. La madurez agradecemos las historias bien contadas y repletas de ideas con sentido.
John Ford nos vuelve a seducir con unos paisajes hermosísimos y perfectamente filmados. Nos vuelve a intrigar con sus primerísimos planos significativos y nos gana para la causa de una buena historia.
Y la hermana Ledeyard (Jane Darwell, otra habitual) tocando el cuerno, una delicia para los ojos y un tormento para los oídos.
Es John Ford. Un maestro.
Incluso hay quien ha comparado este film como un poema en imágenes. Tal vez resulte excesivo. Sin embargo la caravana se mueve más por el impulso de la fe y de las ideas de la comunidad mormona que por la energía de los caballos. Y en esta misma línea, la violencia es la justa y necesaria para que podamos encuadrar la película dentro del género western.
Pero es de esos westerns que se renuevan con los años. Con los años de la película pero sobre todo con los nuestros. La juventud echará de menos la pólvora y las masacres de pieles rojas o batallas como la de Little Big Horn. La madurez agradecemos las historias bien contadas y repletas de ideas con sentido.
John Ford nos vuelve a seducir con unos paisajes hermosísimos y perfectamente filmados. Nos vuelve a intrigar con sus primerísimos planos significativos y nos gana para la causa de una buena historia.
Y la hermana Ledeyard (Jane Darwell, otra habitual) tocando el cuerno, una delicia para los ojos y un tormento para los oídos.
Es John Ford. Un maestro.
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