Hablar de Sumurun es, sin duda, hablar de Max Reinhardt, productor cinematográfico y director austriaco de cine y teatro, nacido en 1873, impulsor del expresionismo y en cuya compañía "Deutches Theater" se formaron genios de la talla de Murnau o Dieterle.
Inicialmente Sumurun es una película suya de 1910 que, una década después es llevada nuevamente a las pantallas por Lubitsch, como homenaje al propio Reinhardt y a sus ideas artísticas: Escenarios, cine de masas y la expresión como huida del naturalismo. Claro que Lubitsch la viste de Lubitsch, no tanto del Lubitsch que será sino del que se adivina. Ese que se vislumbra en los gestos del eunuco o en el juego de los baúles. Ese Lubitsch que, incipiente, se muestra en la pareja de sirvientes del bazar de telas o en el mismo personaje del cómico jorobado que recrea por sí mismo a la perfección.
Otro atractivo de la película, inusual para los tiempos que corren, estriba en conocer y admirar el trabajo de Pola Negri, actriz polaca del cine mudo, muy famosa de los 20 a los 30 y que, como Reinhard, el propio Lubitsch y tantos otros emigró a los Estados Unidos. Su trabajo como la bailarina Yannaia nos acerca a esta figura mítica del cine silente.
Y una curiosidad más. El personaje de El Sultán está interpretado por otro de los grandes del cine, Paul Wegener, actor y director de una maravilla expresionista como El golem.
Como verán la oferta del film es lo suficientemente atractiva para los aficionados al cine especialmente para aquellos que nos gusta Lubitsch y estamos interesados en el expresionismo alemán.
El resto, mejor se abstienen.
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