Lindsay Anderson director de Las ballenas de Agosto calificó No eran imprescindibles como el mejor trabajo de John Ford. No me atrevo a confirmarlo pero tampoco a negarlo. Es cierto que Ford será siempre recordado por sus westerns humanizados y muy justitos en lo que a violencia se refiere pero They were expendable (me gusta mas el título original) no deja de ser uno de esos westerns donde las diligencias y el Ponny Express se sustituyen por lanchas torpederas y los héroes anónimos cambian las arenas de los desiertos del salvaje oeste por las aguas azules de un océano que no hace honor a su nombre, el Pacífico.
Ford, que acababa de regresar del conflicto donde había filmado documentales para la Marina, con la ayuda a la dirección del propio Robert Montgomery (realmente un oficial de navío) compusieron este homenaje tanto al soldado anónimo americano como a la figura del héroe John Bulkeley al que en el film se apellida Brickley y es interpretado por un Montgomery que prestó verdaderos servicios en Filipinas y donde, de nuevo, se cuenta con la participación de los "habituales" John Wayne y Ward Bond y también de Donna Reed que borda un papel de enfermera enamorada que la productora metió un tanto con calzador en el argumento.
Resulta sorprendente para quienes observamos estos acontecimientos desde la óptica que dan los años, esa simultaneidad de sentimientos encontrados: Por una parte el malestar y desesperación de los soldados por no entrar en acción. Por otra, el soldado temblando de miedo. ¿Real? Seguro que si. Ford filmó sus recuerdos. No se detuvo en la exposición macabra del horror que haberlo háilo. Lo dibujó con trazo fino. Tan fino que ni siquiera encontramos un rostro de soldado enemigo. Seguramente daba igual. El miedo y el coraje no precisaban de facciones reales o contornos definidos. Lo desconocido también aterra. La metralla, venga de donde venga, con su carga de muerte y destrucción también enciende los ánimos.
Ford, que acababa de regresar del conflicto donde había filmado documentales para la Marina, con la ayuda a la dirección del propio Robert Montgomery (realmente un oficial de navío) compusieron este homenaje tanto al soldado anónimo americano como a la figura del héroe John Bulkeley al que en el film se apellida Brickley y es interpretado por un Montgomery que prestó verdaderos servicios en Filipinas y donde, de nuevo, se cuenta con la participación de los "habituales" John Wayne y Ward Bond y también de Donna Reed que borda un papel de enfermera enamorada que la productora metió un tanto con calzador en el argumento.
Resulta sorprendente para quienes observamos estos acontecimientos desde la óptica que dan los años, esa simultaneidad de sentimientos encontrados: Por una parte el malestar y desesperación de los soldados por no entrar en acción. Por otra, el soldado temblando de miedo. ¿Real? Seguro que si. Ford filmó sus recuerdos. No se detuvo en la exposición macabra del horror que haberlo háilo. Lo dibujó con trazo fino. Tan fino que ni siquiera encontramos un rostro de soldado enemigo. Seguramente daba igual. El miedo y el coraje no precisaban de facciones reales o contornos definidos. Lo desconocido también aterra. La metralla, venga de donde venga, con su carga de muerte y destrucción también enciende los ánimos.
1 comentario:
Excelente película que destaca la actuación en el pacifico de las lanchas PT, donde incluso Kennedy se convirtió en héroe de la nación que posteriormente presidiría
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