martes, 25 de noviembre de 2008

VOCES DE MUERTE (ANATOLE LITVAK - 1948)


En el mundo de las críticas cinematográficas encontramos, como no podía ser de otro modo, la misma división de opiniones que en la fiesta (¿Qué fiesta y para quién?) de los toros. Unos abuchean y otros piden el rabo. Viene a cuento porque leo en "Combustible celluloid" la siguiente valoración al respecto, "Stanwyck was too strong to play this simpering role", (traducción libre: Stanwyck era demasiado dura para interpretar papeles tan amedrentados), mientras que por otra parte se propuso su trabajo para el Oscar de la Academia.

Ambas cosas tienen su razón de ser. Es cierto que Bárbara Stanwyck se caracterizó, entre otras virtudes, en llevar dos cosas: Una, a los hombres a la "perdición", otra, los "pantalones". Actriz de carácter donde las haya, incluso en sus múltiples trabajos al lado de la "abuelita" Capra y sus cuentos, probablemente será mas recordada por como maneja las pulseras tobilleras que por como se aferra desesperadamente a un teléfono.


Y sin embargo, en esta aparente contradicción, radica el secreto de su éxito. Tal vez un rol más "apropiado" no le hubiese otorgado el preciado Oscar, pero a una Stanwyck débil... ¿quien podría negárselo?. Pero voy más lejos. Al principio, los espectadores conociendo las "virtudes" de Bárbara, casi esperamos que se levante de la cama hecha una furia, se cure de sus complejos y resuelva el problema en un quítame allá estas pajas. Pero no. La cosa va en serio. "Houston tenemos un problema"... Y nos enganchamos sin darnos cuenta al sufrimiento de la señora Stevenson, que de la cinematográfica leona devoradora solo conserva contradictoriamente el nombre.


Anatole Litvak, a quien valoré merecidamente en La noche de los generales consigue crear un clima francamente interesante, mezcla de suspense y desequilibrio psicológico. Hablando de suspense, es probable y así se ha dicho, que el film inspirase al mago del género en uno de sus míticos trabajos. Sea o no sea, es un índice de que las cosas se hacen con profesionalidad y acierto.


Por último, referirme a Burd Lancaster, actor que por aquellos años estaba en el inicio de su carrera. Es cierto, y se ha dicho, que en Forajidos estaba muy bien. Yo añadiré que en El abrazo de la muerte, del mismo año 48, también tuvo una interpretación señera. Pero hay algo que se llama química. Y la química entre Lancaster y Ava Gardner, o entre el propio Lancaster e Ivonne de Carlo, no es la misma que con Bárbara Stanwyck. La combustión no es completa. Y eso, cuando estamos hablando de una de las actrices más "incendiarias" de Hollywood es casi un pecado. Un pequeño lastre con el que debe apechugar una película más que notable.





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