viernes, 26 de febrero de 2010

CARAVANA DE MUJERES (WILLIAM A. WELLMAN - 1951)


En la noche del 3 de Enero de 1985 un grupo de solteros de Plan (Huesca) estaban en el único bar del pueblo viendo una película del oeste llamada Caravana de Mujeres. De aquella visión surgió una iniciativa pionera en nuestro país, y así, mediante anuncios en prensa se solicitaron mujeres dispuestas a desplazarse a Plan con fines matrimoniales. La iniciativa fue todo un éxito

No soy ninguno de aquellos pioneros pero más de veinticinco años después he visto esta película (por segunda vez), sin intenciones casorias, que gracias a Dios estoy atado y bien atado, y, como suele suceder, la he redescubierto, encontrando en ella detalles que la inexperiencia me impidió descubrir en su día.

El fundamento primigenio de esta historia se basa en la odisea, allá por los años 40, de un grupo real de mujeres sudamericanas que atravesaron el istmo de Panamá para unirse en matrimonio con los integrantes de una colonia de rancheros. Esta noticia, de la que se hizo eco la prensa, llegó a conocimiento de Frank Capra quien maduró el proyecto. Sin embargo sus pretensiones de dirigir un western chocaron con los intereses de su productora, Columbia, por lo que Capra comentó el tema con su amigo William A. Wellman quien, en palabras del propio Capra "he flipped" (obvio traducirlo). Wellman planteó la historia a Dore Schary, por entonces director de la MGM quien recogió la idea y financió el proyecto.

Caravana de mujeres es una película excelente. Una película con espíritu Capra, es decir, aparentemente sencilla pero de una fuerza y una rotundidad inusitadas. Películas escuela podríamos decir. Un grupo de más de cien mujeres que, no solo se equiparan en todo a los rudos hombres del wild wild west, sino que dejan a mas de uno a la altura del betún. No en vano Wellman tiende a fotografiarlas de abajo arriba, enmarcando sus rostros cansados y sudorosos con el desértico cielo.

El calvario de las mujeres de ficción no fue un jardín de rosas para sus intérpretes. Wellman se lo anticipó: "El rodaje en las Montañas de Utah y el desierto de California será largo, sucio y cansado. No esperen camerinos para prima donnas". Y dicho esto las puso a entrenar, con un programa que incluía gimnasia, saltos a la comba, manejo de mulas, disparos, etc.

Excepcional Robert Taylor en un papel agridulce de firme conductor de caravanas aparentemente despiadado pero dejando entrever una sensibilidad especial. Por su parte, John McIntire no defrauda (nunca lo hace) como organizador de la caravana. Y por último mención cum laude para Hope Anderson (recuérdenla en Sin remisión de John Cromwell) en un papel pleno de fuerza, entereza y todo lo que hay que poner.

Un film absolutamente imprescindible del director que nos regaló aquella obra maestra que se llama Incidente en Ox Bow. Esta no le anda a la zaga.


viernes, 19 de febrero de 2010

NARCISO NEGRO (MICHAEL POWELL, EMERIC PRESSBURGER - 1947)



En un comentario escrito en francés sobre el film, leo: " la mise en scène capte à merveille les nuances des regards, seuls indices aux sentiments des nonnes " , lo cual viene a significar algo así como que la puesta en escena capta maravillosamente los matices de las miradas, única muestra de los sentimientos de las monjas". Perdonen la cita en francés, pero no me negarán que esto de " les nuances des regards" es toda una declaración de deseos.

Espero sepan disculpar mi pedantería pero no me pude resistir a la suavidad de una expresión que define con meridiana claridad el tormento sin éxtasis de unas mujeres cuyo compromiso con el Evangelio no puede anular su propia condición femenina, en un paisaje donde el deseo se hace amo y señor y donde la sensualidad trasciende más allá de los frescos de las paredes del antiguo harén del sultán, convertido hoy en hospital, escuela y convento.

La tentación vive en las alturas del Himalaya, en forma de flores, de perfumes, de exotismo, de danzas, de santones, de hermosos príncipes y sobre todo de la presencia en toda su masculinidad de Mr. Dean, ese licencioso inglés imposible en sexy short, diáfano objeto del deseo y de la locura de Sor Ruth. Todo un mundo latente de sensaciones compendiado en "les nuances des regards" filmado magistralmente en color por Jack Cardiff, estatuilla incluida.

Espectaculares y meritorios escenarios, filmados mayoritariamente en estudio, que fueron reconocidos asimismo con la concesión del Oscar a la mejor dirección artística, hacen de este film una joya visual con algunas escenas que forman parte, por derecho propio, de la historia del cine, como esas campanas al borde de un precipicio donde irán a confluir, inevitablemente, todos los conflictos pasionales larvados y ocultos bajo los hábitos.

Excelente film de Michael Powell y Emeric Pressburger, conocidos, por su productora, como Los Arqueros que seguro gustará a quienes sepan escuchar lo que no se dice y a quienes les interese descubrir lo que se oculta en cada uno de los matices de las miradas.

domingo, 14 de febrero de 2010

EL HOMBRE QUE PUDO REINAR (JOHN HUSTON - 1975)




Estamos ante una excelente película de John Huston, director del que siempre he esperado mucho y que, por lo común, me lo ha dado, con excepciones tipo La carta del Kremlin a la que a falta de calidad muchos han incluido en el denominado cine de culto. No es el caso de El hombre que pudo reinar donde la calidad es evidente y la interpretación de Connery, Caine y Plummer mas que notable.

Basada en una obra de Kipling y con el propio Kipling como personaje de la historia, el film narra el periplo de una pareja de militares británicos desde la India a Kafiristan, siguiendo la ruta del gran Alejandro, con el preciso objetivo de convertirse en los reyes número 33 y 34 de un extenso y disperso territorio de comunidades tribales independientes en continua contienda y con 32 coronados en activo.

Aventuras, debo reconocerlo, no les faltan. Afganistán, ríos caudalosos y el imponente Himalaya suponen retos que ningún humano salvo Alejandro el griego fue capaz de superar. Pero, si un griego lo hizo ¿Por qué no dos británicos? El binomio Carnehan (Caine)- Dravot (Connery) con más moral que el Alcoyano lo consiguen con la ayudita no desdeñable del destino que echa algunos cables, como por ejemplo una avalancha de nieve que permite a nuestros amigos continuar ruta, y es que no siempre se hace camino al andar.

¿La más bella película de aventuras, según mantiene Maruja Torres? Yo no diría tanto. Puede que si o puede que no. ¿Existe la mejor? ¿La más bella? Espejito, espejito. ¿Cuál es? La foto finish no nos lo aclara. Lo que si es cierto es que no es fácil ser originales en esto de la aventura. Sin embargo, la novela de Kipling, el guión de Huston y Gladys Hill, el espíritu aventurero innato de Huston y los muchos años (mas de veinte) que tardó en darle forma, lo consiguen. Estamos ante un buen trabajo cinematográfico, fiel en lo básico a la obra literaria, aunque, en una especie de guiño cinéfilo a la par que homenaje a su autor, cambie el personaje del narrador por un Kipling periodista (Plummer) y también sustancialmente fiel a ese tipo de personajes muy a lo Huston, paridos a base de reveses y desengaños, idealistas, utópicos, quijotescos y perdedores. Carnehan y Dravot son los dos platos de una romana en equilibrio inestable, cada uno compensando las abundancias y las carencias del otro.

Por no pecar de injustos, la música de Jarre un lujazo. La fotografía, otro. Y en resumen una película para enmarcar de un director que cuando es bueno es muy muy bueno. John Huston, elevando, a base de películas como esta, el cine a la categoría de arte.



jueves, 11 de febrero de 2010

MILAGRO EN MILAN (VITTORIO DE SICA - 1950)


Se hace necesario acuñar una definición para este género cinematográfico. Lo de neorrealismo italiano se le queda pequeño. El neorrealismo retrata realidades y en los años de postguerra estas realidades eran duras y en países como Italia o la misma España, la dureza llovía sobre un mojado histórico. Definir como neorrealista un film como Milagro en Milán es válido pero insuficiente. Hay que adjetivarlo. Me ha gustado lo de neorrealismo mágico por lo que supone de vuelta a la infancia y de recuperación de la capacidad de soñar.

No en vano De Sica inicia su película con ese “Había una vez” tan propio de esos cuentos que nos adormecían de niños y que, al llegar a adultos hemos redescubierto en sus significados eternos y profundos. No en vano, también, la concluye con la esperanza de un lugar donde tener un buen día signifique ni más ni menos que eso, tener un buen día. Y en medio, un film donde la pobreza se viste de honradez y la riqueza de fariseísmo y donde aquel niño nacido como en los cuentos domésticos de una col se convierte en líder entre espiritual y mágicamente pragmático de una sociedad de indigentes. ¿Connotaciones cristianas? Probablemente. Pero sobre todo un retrato donde las acideces neorrealistas se camuflan entre canciones, risas, organillos, milagros, seres celestiales, fuerzas antidisturbios en traje de camuflaje y cantando ópera. Donde al final de la escapada vía escobas voladoras se halla, o al menos nos queda la esperanza, la antítesis de un mundo donde se han atrincherado el recelo, la codicia y la ley del dinero, entre otros residentes similares.

Un cuento de magia e ilusión, repleto de bondad y de optimismo, con sus personajes buenos y sus bellacos redomados que han de acabar perdiendo porque si no, no sería cuento. Nuestro yo infantil, ese que conservamos en nuestro interior y nos mantiene a flote en los mayores naufragios, verá hadas, príncipes y enanitos gruñones pero entrañables. Nuestro yo maduro, con sus descosidos y sus remiendos, verá la dureza de la supervivencia y la injusticia de un mundo que no precisa que te descuides para pisarte y encima retorcer el zapato.

viernes, 5 de febrero de 2010

EL CASTILLO (MICHAEL HANEKE - 1997)


No me siento, para nada, avergonzado, pero confieso que desconocía la filmografía de Haneke. ¿Imperdonable? Tal vez. Siempre hay almas caritativas dispuestas a echar un cable anímico. Con El castillo he saldado siquiera minimamente mi deuda con el cine de autor a pesar de que tengo la vaga sensación de que no he acertado plenamente. De Haneke todos, o casi, hablan excelentemente. Algo no funciona. ¿Que me pasa, doctor?. Mientras espero al galeno me estrujo las neuronas a ver si doy con la tecla y estas son las conclusiones a las que voy llegando...

Lector impenitente y devorador de negros sobre blancos, en mis años jóvenes, uffff, leí El castillo de Kafka. En un lenguaje que intuía más que comprendía, Kafka me hablaba de la pequeñez, de la impotencia, del orden establecido, del vuelva usted mañana. El castillo se me figuraba un monstruo devorador lleno de interminables laberintos repletos de legajos (no tan distinto de los actuales y abarrotados juzgados) y, enfrascado en la lectura, el pánico se iba apoderando de mi al entender que uno de aquellos polvorientos legajos, posiblemente el que estaba debajo de todos los demás llevaba mi nombre, tal vez subrayado en azul. Kafka me anticipaba ese poso que el devenir de los años va dejando en uno. Hoy la vida ha transformado aquellas intuiciones en relativas certezas.

La propuesta de Kafka exige necesariamente la soledad del lector y la ausencia de intermediarios. Comprendo que para directores de acusada personalidad como Haneke, Welles, Bergman o Lynch, llevar a Kafka al terreno de las imágenes suponga un auténtico reto. Aplaudo su osadía. Ensalzo su capacidad imaginativa para dar forma a la propia esencia de una novela que se desarrolla en las catacumbas de la mente humana. Pero el resultado no me llega, tal vez porque la sombra de aquella novela deteriorada por el uso es demasiado alargada.

Reconozco el ingenio de Haneke para crear esa sensación de irrealidad. La voz en off como lector de la novela e incluso interrumpiéndose en el mismo punto de la obra inacabada. El castillo siempre presente y nunca visto. Los espacios negros entre secuencias. El absurdo y el surrealismo dándose la mano. He descubierto un gran director en el austríaco pero seguro que no estoy ante su mejor película.

Disculpénme, llaman a la puerta. Probablemente sea el galeno.


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