Hay actores a los que nos cuesta infinito imaginárnoslos de otro modo. Seguramente coincidirán conmigo que Spencer Tracy es uno de ellos, anclado per secula seculorum en personajes de valores personales profundos o cuando menos de trato amigable, distendido, juicioso y con sentido del humor. Seguramente habrá excepciones, pero no harán más que confirmar esta regla. En el caso que nos ocupa, Tracy da vida a un doctor comprometido con la gente y con su profesión, disconforme con las prácticas médicas de algunos colegas suyos que desde suntuosos edificios se dedican a sanar a hipocondríacas adineradas mordidas por lindos gatitos. El papel le sienta a Tracy como anillo al dedo y aunque la película no venga a ser nada del otro jueves, el actor deja trazas de su excelente profesionalidad.
Junto a él, en el rol femenino de señorita acostumbrada al buen vivir y con problemas sentimentales, Hedy Lamarr pone encanto, figura y belleza y algunas dotes, no demasiadas, como actriz. Su imagen acapara la pantalla y nuestros ojos secuestrados le rinden pleitesía, pero quizás por esa misma razón acabamos advirtiendo que el “talento” corporal cobra notoria ventaja sobre el artístico. No quiero pecar de injusto, la muchacha lo intenta y la resultante es un trabajo digno, que, si se deciden a verla, les entretendrá y les ofrecerá alguna que otra moralina.
De entrada les diré que el proyecto de esta película tardó bastante en realizarse y en el participaron en distintas épocas directores como Joseph von Sternberg, Frank Borzage y el propio W.S.Van Dyke. Las intromisiones de Louis B.Mayer, obsesionado con hacer de la Lamarr de Extasis una gran estrella, no gustaban a Sternberg por lo que se retiró y su material fue descartado. Borzage y especialmente Van Dyke (en 23 días) terminaron un proyecto que se conoció como “ I re-take this woman” ( con el re delante) o La locura de Mayer.
Como en todos los films que repaso, ha tratado de encontrar, como si de Wally se tratase, esa ostra madrepórica con perla dentro que se esconde en algunas películas. En este caso la sandokaniana perla de Labuán la encontramos en Verree Teasdale. Una de actriz de la que tenía pocas referencias pero que borda un personaje fuerte y con carisma. Toda la debilidad de Georgi Gragore(Hedy Lamarr), todas sus inseguridades, se contrapuntean con la fortaleza de Verree. Su personaje de Madame Cesca, propietaria de una tienda de modas de señora con buenísimas relaciones sociales daba mucho juego pero la fuerza interpretativa de que hace gala, lo mejora sin ninguna duda.
Llegados a este punto de que apenas les he dicho nada del argumento. Bueno, no suelo dar demasiadas pistas. Baste decir en este caso que las desventuras sentimentales de Georgi en lugar de sumergirla en las aguas oceánicas la sumergen en los brazos matrimoniales del Dr. Karl Decker, pero la sombra del anterior amor sigue siendo alargada. Sencillo resumen de una película que más bien pasó a la historia por las controversias de su realización que por méritos propios, aunque se deja ver y alguno tiene.
Puntuación: 6,00