Basada
en “Soy leyenda”, novela escrita en 1954 por Richard Matheson, autor americano
especialista en ciencia ficción y creador también de “El hombre menguante”, El
último hombre sobre la tierra es la primera de sus tres versiones
cinematográficas y, según dicen, la mejor y más ajustada al libro, lo cual
podría deberse a la participación en el guión del propio Matheson, aunque a
fuer de ser sinceros éste no debió acabar muy convencido del resultado cuando
decidió utilizar un seudónimo en los créditos, apareciendo como Logan Swanson.
Sin
tratar de abrir un debate sobre concordancia, plena o no, entre cine y
literatura, en aquellos casos (que son muchos) donde el guión cinematográfico
trae su origen en novelas y otros escritos suficientemente conocidos, debo
decir que salvo obras universales cuya modificación supondría un sacrilegio y
siempre, con el debido respeto al espíritu de la novela, condición no
negociable, para el resto, no encuentro mayores problemas en su “adaptación” a terrenos cinematográficos, siempre que ello
vaya en beneficio del espectador medio y de una duración equilibrada del film.
En
el caso que nos ocupa es muy probable que Vincent Price, por edad, no encajase
en el modelo de último hombre idealizado por Matheson. Tampoco su profesión de
investigador científico tenía nada que ver con la literaria, aunque
probablemente su condición de experto en la materia haga que el film avance con
más ligereza y claridad. Hay que tener en cuenta que se trata de una película
de 1964 y que las portadas de los periódicos no se llenaban ni de vacas locas
ni de catastrofistas gripes aviares.
Su
argumento puede resumirse de forma rápida. Un virus que se propaga por el
viento ha asolado la Tierra y convertido a sus habitantes en vámpiros. A todos
excepto a uno (Vincent Price) quien ha acomodado su vida a una serie de rutinas
tanto de subsistencia como de supervivencia. Así dedica su jornada diurna a
aprovisionarse de alimentos y combustible, a la vez que limpia las calles de
cadáveres y “peina” minuciosamente la ciudad en busca de vampiros a los que
clavar una estaca para desembarazarse de ellos definitivamente. En la noche,
busca refugio en su vivienda tras ristras de ajos y espejos que le protegen de
unos muertos vivientes un tanto “inocentones”. Su vida se sobresalta al
comprobar que existen otros seres aparentemente vivos.
Lamento
que la versión que he visionado esté coloreada. Cuentan que el Black and White le
sienta espléndidamente. Aquí terminan las lamentaciones de este Jeremías, en
cuanto al resto puedo calificarlo positivamente y si bien no llego al punto de
afirmar, como otros críticos, que es el mejor trabajo de Price, reconozco que
hace creíble su personaje aunque lo de los zombis vampíricos no va demasiado
conmigo por mucho que un tal Romero sacase ideas para su film insignia, debo
acabar valorando positivamente esta primera versión de una obra clave de la ciencia ficción.
Puntuación:
7,15