jueves, 27 de diciembre de 2012

JENNY (MARCEL CARNÉ - 1936)



La importancia innovadora de la nouvelle vague en el cine mundial ha minimizado muy injustamente otras manifestaciones del arte de los Lumière en el país galo. El realismo poético y directores como Marcel Carné sufren un cierto ostracismo a nivel internacional y películas como Hotel du Nord, ya comentada en este blog o esta Jenny son un exponente de que allá por los 30-40 en Francia se intentaba hacer buen cine, a pesar de las extremas dificultades, en su tiempo, derivadas de la ocupación alemana.

Quiero romper una lanza, evidentemente virtual, a favor de Carné que no gozaba de los “favores” de un Truffaut quien llegó a calificarlo como “un alma confusa y un cineasta obstinado” pero que, juntamente con el escritor Jacques Prèvert, supieron encontrar puntos comunes entre la dura realidad cotidiana y una lírica poética que parecía flotar sobre las basuras diarias como resistiéndose a desaparecer y a dejar sin sueños a una sociedad demasiado maltratada, Probablemente en su cine la poesía sea obra de Prevert, pero Carné supo aprehender, con técnicas expresionistas y de cine noir, una realidad complicada en tiempos de paz y extremadamente difícil en tiempos de guerra y ocupación.

Jenny es su primer largometraje y por ello no estamos ante su mejor trabajo. La dualidad poesía-melodrama se decanta claramente a favor de éste último, lo cual es consecuencia de una cierta y natural bisoñez tanto del director como del tandem que formó con Prèvert y que dejaría posteriormente trabajos muy notables. Aún así, estamos ante una obra correcta donde se entremezcla el mundo del hampa, de la alta sociedad de vicios caros y privados y de los clubs nocturnos que ofrecen diversión y algo más a quienes puedan permitírselo, con una historia de amor, forzada en exceso, entre el amante de la madre y la propia hija. Todo ello en un marco propio de las comedias de enredo donde Jeanne la madre oculta a su propia hija su verdadera ocupación de directora del local más frecuentado de París “Jenny” donde los millonetis de turno se mueven a sus anchas con el “taco” en el bolsillo, comprando favores femeninos.

La película cuenta con un momento especialmente logrado, aquel en que Jeanne la madre descubre que es su propia hija Danielle quien le está robando a su amante. La forma en que oculta su dolor y como rehuye el encuentro frontal a tres bandas con su hija y su amante son momentos de una hermosa dureza lírica ejemplarizante de este género o subgénero que se conoció como realismo poético y que dejaría otros grandes films que espero comentar aquí.

Puntuación: 6,70



lunes, 24 de diciembre de 2012

CORTO NAVIDEÑO : LA VIDA SIGUE SIENDO BELLA (FATHER CAPRIO - 2012)


No quería faltar a la cita con todos ustedes. A lo largo de los 6 años y medio de vida de este blog, el cine y yo mismo hemos estado aquí, para desearles lo mejor en estas fechas. Un mensaje que trasciende de la materialidad de las cosas para alegrarse de su felicidad y apoyarles en los sinsabores que da la vida. Y aunque es cierto que la Navidad deberían ser los 365 días del año, baste uno, este, para desearles que a pesar de recortes, paro y primas de riesgo, la vida pueda seguir siendo bella en sus corazones.



  Preferentemente: A pantalla completa

jueves, 1 de noviembre de 2012

AUSTRALIA (BAZ LUHRMANN - 2008)



Mis acercamientos al cine relativamente actual son escasos. Es una simple cuestión de economía y de estadística. El tiempo es un bien escaso y la media de calidad de las películas más o menos recientes vistas por mi ha sido más bien baja, así que, dada mi mala suerte en la elección, suelo encaminarme hacia un cine clásico más contrastado. No obstante Australia me parecía una oferta atractiva a priori, máxime en una versión televisiva en HD, de forma que me lancé a sus casi 3 horas de metraje con buena predisposición y dispuesto a pasar un rato cuando menos entretenido. 

Debo decir que los primeros compases del film me parecieron correctos, incluso buenos, hasta que la aparición de Lady Ashley (Nicole Kidman) se cargó de un plumazo las nacientes expectativas de ver un film medianamente serio sobre el continente australiano. Y es que esa mezcla de mujer decidida, capaz de atravesar medio mundo para reunirse con un esposo presuntamente pendoncete y payasa de comedia viendo sus prendas íntimas en las manos de dos brutos contendientes, no resulta una buena noticia especialmente en esos momentos iniciales en los que un film gana voluntades o pierde espectadores. Fue un instante delicado, donde la tentación de abandonar el intento vivió justo al lado y si conseguí superarlo fue básicamente porque los paisajes australianos y las tomas fotográficas aéreas en pantalla grande eran todo un lujo. 

Probablemente las “ligerezas” de Lady Ashley eran el precedente necesario para que su cambio posterior hacia un personaje más maduro, fuese achacable a la dureza de unas condiciones de vida del pueblo aborigen, incluyendo a Nullah el niño mestizo, su madre y su abuelo, el llamado Rey Jorge, una especie de mago aborigen y conservador de historias, así como a las injusticias del invasor inglés y a una deplorable intransigencia religiosa que se cebó especialmente en una generación de niños aborígenes robada a sus familias y que se conoció, pues de un hecho real se trata, como la generación perdida. 

En este marco, la trama del film se diluye entre una historia de cuatreros que roban el ganado sin marcar de un propietario en favor del poderoso King Carney (Bryan Brown) quien intenta por todos los medios hacerse con el contrato de suministro de carne al ejercito, una historia de amor entre la dama y el conductor de ganado (Hugh Jackman) y la relación con Nullah, probablemente el personaje más entrañable, creíble y logrado, y piedra angular de todo el film. 

La odisea del transporte de ganado a través de desiertos y paisajes maravillosos, hasta la localidad de Darwin, para disputarle el contrato a Carney centra la primera mitad del film, y de haberse quedado ahí creo que todos hubiésemos salido ganando. Pero no. Hubo un volver a empezar. Buenos días, buenos días, y aquí tenemos Pearl Harbor, los jap, la entrada en el conflicto de EEUU, Carney y el festín del cocodrilo, el cambio de perros con los mismos collares, la venganza de don Fletcher, en definitiva una película nueva, no exenta de interés, pero a la que le daba igual Australia que Honolulú. Resumiendo, un si pero no, un no pero bueno... 

Se ha dicho que los proyectos que toca Miss Kidman quedan pues eso...”tocados”. En mi opinión, la cuestión es más profunda, y el director Baz Luhrmann no se va de rositas que digamos... 

Puntuación: 5,55 

lunes, 8 de octubre de 2012

AL VOLVER A LA VIDA (BYRON HASKIN - 1948)



I walk alone es una buena película de cine negro. Es cierto que la cosecha del 48 no está tan considerada como la de otros años, especialmente los primeros de la década, e incluso hay quien habla de “noir tardío” concepto con el que no comulgo demasiado habida cuenta de noirs posteriores de la talla de El abrazo de la muerte, Los sobornados o La jungla del asfalto. Sin embargo doctores tiene la iglesia y aquí no he venido a discutir calendario alguno sino a recomendarles un excelente film de uno de esos directores semi desconocidos para muchos pero que nos legaron obras de notable interés. Pongamos que hablo de Byron Haskin.

Haskin era ante todo un hombre de cine. Su carrera se cimentó no solo en la dirección sino también en la fotografía y en los efectos especiales, colaborando con grandes directores como Huston, Curtiz o el propio Capra (Arsénico por compasión). Tras casi dos décadas sin ponerse al frente de un proyecto cinematográfico vuelve con esta I walk alone donde muestra el conjunto de sus virtudes, muy especialmente el buen tratamiento fotográfico dado a las luces y a las sombras, característica imprescindible de cualquier film noir que se precie.

A la película se le han achacado imperfecciones y considero que las tiene. Algunos detalles muy peliculeros (un asesinato que en pocos minutos está en la primera plana de todos los periódicos, voceándose por las calles y desbancando cualquier otra noticia de interés general que seguro haberla había) o incluso una natural inexperiencia en actores que luego la derrocharían a manos llenas (Burt Lancaster). Ello, por no hablar de las comparaciones odiosas de Lauren Bacall con Lizabeth Scott a quien se adjetiva como lacia y cuya voz demasiado profunda parece disgustar a quienes la escuchan en VO. Todo ello parece cierto, aunque también pueden encontrarse argumentos en contra de tales opiniones, o séase que al final uno acaba asentando su propio criterio y ese es el que trato siempre de dejar en este blog, el mío, tal vez equivocado pero sincero y personal.

Estamos, o al menos yo así lo considero, ante un film noir más que correcto, donde bajo un planteamiento ciertamente convencional como es el de la traición y deslealtad entre presuntos amigos (similar al enfrentamiento entre Cagney y Bogart, en Ángeles con caras sucias) se vislumbra una idea ciertamente original como es la evolución de aquellos turbios negocios de contrabando de alcohol y cerveza propios de los 30 a los prósperos garitos, casinos y salas nocturnas de finales de los 40, donde el truco no estaba tanto en el alcohol que se dispensaba ni siquiera en el propio juego sinó en las complejas tramas contables, económicas y financieras, que permitían la evasión de impuestos amén de corruptelas y otras guindas. No hace falta que vuelvan a mirar la fecha, se trata de 1948 aunque nos parezca el 2012.

Recién salido de presidio, donde ha pasado los últimos 14 años, Frankie Madison (Lancaster) encuentra a su amigo y socio de otros tiempos con la intención de cobrarse su 50 % de los beneficios históricos y presentes. Noll “Dink” Turner( Kirk Douglas) regenta en la actualidad un exitoso club nocturno y a lo único que accede es a reembolsar a Frankie la mitad de lo conseguido en su día por la venta del negocio primigenio, al tiempo que se vale de su amiguita Kay Lawrence (Lizabeth Scott) para tratar de sonsacarle sus verdaderas intenciones.

No les cuento más para no estropearles la fiesta si acaso se deciden a ver el film, pero quiero decirles que aunque Burt Lancaster no era el que luego fue, su interpretación es meritoria ( y no debemos olvidar que su primer papel pocos años antes en Forajidos de Siodmak era toda una premonición de buen hacer), que Lizabeth Scott resulta bastante natural e incluso entrañable y no es necesario entrar en comparaciones con la Bacall, que Kirk Douglas está perfecto como mafioso ruín y despiadado, y que si son aficionados a esto, se encontrarán con un Wendell Corey en el papel de Dave, contable a sueldo y hermano del mismo Frankie, y que consigue elevar enteros la nota de la película.

Y como curiosidad, la presencia de aquel hispanizado San Valentín, George Rigaud, que triunfó en nuestras carteleras en 1959 (El día de los enamorados).

Puntuación: 7,35

lunes, 1 de octubre de 2012

LABIOS SELLADOS (KARL MALDEN - 1957)



De vez en cuando te sorprendes viendo una película sin pestañear, sin mirar el reloj y demorando el momento de darle al pause para ocupaciones indelegables. Como botón de muestra: Time Limit (aká Labios Sellados). Ni que decir tiene que se la recomiendo encarecidamente sabiendo que como buenos aficionados al cine que son, disfrutarán de ella.

Y no les extrañe que en el aparado “director” figure el nombre de Karl Malden, excelente actor y uno de nuestros queridísimos miembros del club de las narices superlativas. Es su único trabajo cinematográfico en este apartado (aunque se comenta que pudiese hacer su aportación, sin acreditar, en El árbol del ahorcado) pero ¡Menudo trabajo! A sus órdenes, un actor de campanillas, de esos cuya presencia honra un film: Richard Widmark, y para completar “la orquesta” : Richard Basehart y Martin Balsam, dos figuras suficientemente acreditadas.

Es probable que a algunos de ustedes les ocurra lo que a mi. Con estos pelos y sin enterarme, repito para mis adentros, y me autoayudo diciéndo que incluso en los propios Estados Unidos de Norteamerica una inmensa mayoría de aficionados al cine desconocían y siguen desconociendo este film. Y “¿Porqué?” cuestiono insistentemente al más puro estilo Mourinho. Un excelente film que pasa desapercibidamente sin pena ni gloria... ¿Que está pasando? ¿Donde está la mano negra que mueve los hilos?

Antes de intentar responder esta pregunta les voy a relatar someramente y sin dar demasiadas pistas, de qué va esto. Pues bien, estamos ante un film militar donde a un ex-prisionero de Corea se le acusa de colaboración con el enemigo. En la instrucción del expediente preliminar, el Coronel Edwards (Richard Widmark) se muestra confuso ante la facilidad con que el Mayor Cargill (Richard Basehart) admite su culpabilidad y se pone prácticamente la soga al cuello. Las declaraciones de los demás prisioneros del campo de concentración resultan extrañamente orquestadas. El Consejo de Guerra parece inevitable.

En última instancia el film es un enfrentamiento entre un sacrosanto código militar donde las vidas humanas se supeditan a un absoluto y tiránico sentido del deber y un código personal con el que debemos convivir los seres humanos desde que tenemos uso de razón hasta el día de nuestra muerte. El recuerdo de Senderos de Gloria es evidente. Los propios valores y sentimientos frente al código aceptado al jurar la bandera constituye una terrible disyuntiva capaz de costarle la vida a un hombre. No es extraño pues que desde las altas instituciones militares el film de Malden sea una corrosiva mosca cojonera que debiera dejarse empolvar en los sotanos del Pentágono o similares.

Solo transcribir unas líneas al respecto de los films desaparecidos. No es castellano viejo pero se entiende bastante bien, así que excuso traducirselo:

“Thus despite respectable reviews, the film vanished without a trace, and since commercial, political, and social circumstances continue to work against the film´s revival, it will probably never be seen again by the general public, or even by cinema scholars. In its near-nonexistence Time Limit is just on the many films that have been “lost in the fifties” films that were the result of the passionate collaboration and shared dreams of the auteurs more than half century ago but that are unavailable to us now."

Lost in the fifties. Wheeler Winston Dixies

Espero que les guste.

Puntuación: 9,00

jueves, 27 de septiembre de 2012

EL ÚLTIMO HOMBRE SOBRE LA TIERRA (SIDNEY SALKOW, UBALDO RAGONA - 1964)


Basada en “Soy leyenda”, novela escrita en 1954 por Richard Matheson, autor americano especialista en ciencia ficción y creador también de “El hombre menguante”, El último hombre sobre la tierra es la primera de sus tres versiones cinematográficas y, según dicen, la mejor y más ajustada al libro, lo cual podría deberse a la participación en el guión del propio Matheson, aunque a fuer de ser sinceros éste no debió acabar muy convencido del resultado cuando decidió utilizar un seudónimo en los créditos, apareciendo como Logan Swanson.

Sin tratar de abrir un debate sobre concordancia, plena o no, entre cine y literatura, en aquellos casos (que son muchos) donde el guión cinematográfico trae su origen en novelas y otros escritos suficientemente conocidos, debo decir que salvo obras universales cuya modificación supondría un sacrilegio y siempre, con el debido respeto al espíritu de la novela, condición no negociable, para el resto, no encuentro mayores problemas en su “adaptación”  a terrenos cinematográficos, siempre que ello vaya en beneficio del espectador medio y de una duración equilibrada del film.

En el caso que nos ocupa es muy probable que Vincent Price, por edad, no encajase en el modelo de último hombre idealizado por Matheson. Tampoco su profesión de investigador científico tenía nada que ver con la literaria, aunque probablemente su condición de experto en la materia haga que el film avance con más ligereza y claridad. Hay que tener en cuenta que se trata de una película de 1964 y que las portadas de los periódicos no se llenaban ni de vacas locas ni de catastrofistas gripes aviares.

Su argumento puede resumirse de forma rápida. Un virus que se propaga por el viento ha asolado la Tierra y convertido a sus habitantes en vámpiros. A todos excepto a uno (Vincent Price) quien ha acomodado su vida a una serie de rutinas tanto de subsistencia como de supervivencia. Así dedica su jornada diurna a aprovisionarse de alimentos y combustible, a la vez que limpia las calles de cadáveres y “peina” minuciosamente la ciudad en busca de vampiros a los que clavar una estaca para desembarazarse de ellos definitivamente. En la noche, busca refugio en su vivienda tras ristras de ajos y espejos que le protegen de unos muertos vivientes un tanto “inocentones”. Su vida se sobresalta al comprobar que existen otros seres aparentemente vivos.

Lamento que la versión que he visionado esté coloreada. Cuentan que el Black and White le sienta espléndidamente. Aquí terminan las lamentaciones de este Jeremías, en cuanto al resto puedo calificarlo positivamente y si bien no llego al punto de afirmar, como otros críticos, que es el mejor trabajo de Price, reconozco que hace creíble su personaje aunque lo de los zombis vampíricos no va demasiado conmigo por mucho que un tal Romero sacase ideas para su film insignia, debo acabar valorando positivamente esta primera versión de una obra clave de la ciencia ficción.

Puntuación: 7,15

viernes, 21 de septiembre de 2012

MODESTY BLAISE, SUPERAGENTE FEMENINO (JOSEPH LOSEY - 1966)



La gran mayoría de mis críticas cinematográficas publicadas en este blog, que es el suyo, han versado sobre películas que me resultaron interesantes por uno u otro motivo y que en algún grado, mayor o menor, según mi personal valoración, merecen ser recomendadas a todos los amigos que me visitan. Con “Modesty Blaise” se trunca esa especie de regla tácita, probablemente porque se trata de un film de un director tan controvertido como Joseph Losey quien, objeto de investigación por el Comité de Actividades Antiamericanas, decidió exiliarse a Gran Bretaña allá por los 50.

No soy ningún experto en su cine y mi juicio se basa exclusivamente en 4 trabajos suyos: 1) Una magnífica “Galileo", donde Losey abusa un tanto de teatralidad 2) “El sirviente”, donde el director juega a manipularnos y consigue posiblemente lo que pretende, nuestro desconcierto 3) “El mensajero”, probablemente su película más “convencional” de las vistas por mi, con una muy buena interpretación de Allan Bates y la presencia de una adorable Julie Christie y 4) “Modesty Blaise”, pero esta es otra historia...

Soy de los que piensan que la singularidad del cine respecto de otras manifestaciones artísticas está en la identificación del mensaje que un sujeto (transmisor) trata de enviar a otro sujeto (receptor). El mensaje podrá engalanarse con una música apropiada, una fotografía de calidad,
vistosos vestuarios y grandiosos decorados, amén de actores competentes y bien dirigidos, pero un espectador medio debe captar el contenido del mensaje del realizador. Y aquí quería yo llegar (Please, disculpen todo el rollo previo)

En Modesty Blaise, Losey nos cuenta una historia de espías, basada en un famoso comic del año 63, y de la que se sirve para, a la vez, caricaturizar al género de agentes secretos con James Bond a la cabeza. Ese es el mensaje aparente que aprehende el espectador poco avisado y en la medida que el guión tiene más agujeros que un queso de gruyere el resultado es un bluff total. Hay que decir en descarga del guionista Peter O´Donnell que su trabajo original acabó hecho unos zorros merced a los cambios introducidos por el propio Joseph Losey, y a tanto llegó la cosa que O´Donnell comercializó posteriormente de forma literaria su propio argumento con éxito más que notable. 

Pero, volviendo al tema del mensaje, el transmitido por el sujeto emisor, confiere mucha más fuerza al continente que al contenido. Así, el op-art y la cultura de los 60 adquieren en la intención de Losey un protagonismo excesivo y a mi juicio poco apropiado que tan solo consigue que los espectadores nos perdamos entre colores chillones, diagramas repetitivos e hipnotizantes, decorados imposibles, etc, propios de una época singular, irrepetible y visualmente rompedora. La consistencia de una historia ya de por si bastante débil se resiente aun más por ese toque “cultural” donde Losey centra su mensaje. En IMDB he leído este comentario de un usuario que se autodenomina Gothick de Boston: “ The film is in reality a paean to style and to the triumph of presentation over substance which was a lot of what Sixties fashions were about. “ (en traducción libre, “En realidad la película es un panegírico del estilo y el triunfo de la presentación sobre la sustancia, con mucho de lo que constituyó la moda de los 60”) y que refleja perfectamente mi pensamiento sobre la cuestión.

La actuación de Dirk Bogarde, Monica Vitti y Terence Stamp, y algunos paisajes mediterráneos se salvan de una quema, a mi parecer, tan inevitable como justa. Y es que aunque la película tiene sus valores, estos son más propios de un museo de fotografías o de la moda de los 60 que de una película que deba interesar a los espectadores. Así que, respetando otras opiniones, les dejo la mía en forma numérica:

Puntuación: Un generoso 5,00

lunes, 17 de septiembre de 2012

IDENTIFICACION DE UNA MUJER (MICHELANGELO ANTONIONI - 1982)



Las herejías cinematográficas son comunes en este mundo bloguero y es que muchos de nosotros nos metemos a entendidos cuando no sabemos de la misa la media. Lo único que tenemos son dos ojos y dos oídos con los que intentamos recibir el mensaje de un film, desatendiendo antecedentes históricos personales de su realizador. A veces, nuestras luces son suficientes y a veces se manifiestan escasas para la comprensión del mensaje. Tal es el caso de "Identificación de una mujer" de Antonioni, un film difícil de un director muy personal.

Y es que Antonioni no solo merece mi mayor respeto sino que seguiré navegando en su cine a pesar de que de vez en cuando, como en este caso, mis sensibilidades cinéfilas anden como cover girl por rastrojo  preguntándose unas a otras ¿De que va esto? Algunas (de mis sensibilidades hablo) en la medida que más leidas e ilustradas, me hablan de las capacidades de don Michelangelo para ir desprendiendo secuencialmente las capas cebollinas que todos tenemos y que ocultan nuestra verdadera identidad. Es algo así como la búsqueda del nombre oculto de Dios, interrumpe otra sensibilidad que va de enteradilla. Y yo, absurdamente inidentificado, hago la pregunta del millón:  ¿Pero hay algo más?

Veo venir las huestes antonianas y grito ¡A las barricadas! En mi defensa, enarbolo la bandera de “Blow-up” película que califiqué en este blog con un sobresaliente alto lo que viene a demostrar que no rehuyo el cine que obliga a pensar e intento sacar mis propias conclusiones, pero esta Identificazione di una donna, film  postrero de un sobresaliente cineasta, destroza todas mis reflexiones. Y aunque algunos elementos sean claros, meridianos, y estén bien enunciados, la conexión entre ellos es un laberinto donde el espectador que no haya asistido a cursos de formación acaba perdiéndose.

La película se me figuraba una historia de mafiosos amenazando a Niccolò, un director de cine interpretado por Tomas Milián. Las relaciones de éste con Mavi, una hermosa joven interpretada por Daniela Silverio no eran del agrado de un personaje ignoto, cuya identificación parecía “a priori” el leiv-motiv del film. Craso error. Mister X no deja de ser ese elemento necesario para tensar la relación entre la pareja, para introducir los celos, las dudas, la sospecha, llegando al extremo de estirar la situación hasta límites cuasi de thriller en una escena nocturna donde, huyendo de los presuntos mafiosos, acaban enfrentados y perdidos en una inmensa niebla, en uno de mejores momentos de la obra. A las dificultades de pareja, añadimos la crisis de inspiración de Niccolò, sus contínuos fracasos en la busca de un argumento para su futura película, su infructuosa elección de actrices, su sentimiento de soledad…

Si tuviese que quedarme con un único momento de este film elegiría esa excursión a la Laguna Abierta veneciana, ese instante de soledad compartida, que parece significar la prueba de fuego donde dos identidades (eso que queda quitadas las capas cebollinas) se enfrentan a la soledad en compañía, ejercicio iniciático imprescindible para todo presunto matrimonio o pareja estable que se precie. Un instante que demuestra que la identificación no es tan solo de la donna sino también del uomo.

Atentos al diálogo:

Niccolo: Viniendo hacia aquí estábamos contentos

Ida: Yo todavía lo estoy. Aunque no es fácil con esta soledad

Niccolo: Nos imaginamos que la felicidad se encuentra siempre donde no estamos. Tiene que ser por eso que en este mundo hay mucha gente que sufre


Antes de todo ello, como habrán supuesto, ha habido un cambio de pareja, en la mejor línea Groucho Marx, y donde dije Mavi digo ahora Ida (Christine Boisson), claro que, en beneficio de ésta, debo decir que apechuga con un Niccolò resentido de su primer romance y de la mano negra que lo interfirió.

Mezclamos todo esto y ¿Qué sale? Supongo que a cada uno le dará un resultado diferente según hayan  mezclado o priorizado los factores. Por ayudarme acudí a fuentes especializadas. Aquí les dejo el enlace a una, por si se animan, pero empezó a dolerme la cabeza y tuve que dejarlo, sientiéndolo en el alma…

Puntuación: 6,00


miércoles, 12 de septiembre de 2012

LOS CABALLEROS LAS PREFIEREN RUBIAS (HOWARD HAWKS - 1953)



Estoy plenamente de acuerdo con aquello de Nadie es Perfecto, pero si alguien se le aproxima mucho estéticamente esa era Marilyn Monroe. Obviamente les hablo desde la óptica masculina y las féminas son muy libres de cambiar aquellas curvas que arrastraban a los hombres bajo las Niagara Falls por otros valores igualmente seductores de legendarios indomables.

Y es que nuestra Norma era tan perfecta que sabía que la más lista de la clase sería aquella que se hiciese pasar por la más tonta. Y de tal supuesto hizo una regla de oro como podemos comprobar dando un repaso a su filmografía: Bus Stop, Con faldas y a lo loco, Como casarse con un millonario, La tentación vive arriba y eso por no citar sus primeros pasitos siempre de femme despampanante capaz de arrastrar a la perdición al mismísimo Groucho Marx (Amor en conserva), a un maduro y mafioso Louis Calhern (La jungla del asfalto) e incluso tener su momento de gloria junto a Bette Davis y Anne Baxter en Eva al desnudo.

Sin embargo, Los caballeros las prefieren rubias no es un film perfecto. Las comedias de Howard Hawks se caracterizan por ese humor zigzagueante e imprevisible al que, para abreviar se ha venido en llamar “scrowball”. Su cine consigue la carcajada del espectador mediante una cierta apología del absurdo y de situaciones inesperadas cuando no imposibles . A mi modo de ver es una “técnica” que se beneficia de la propiedad contagiosa de la risa, motivo por el que, su exhibición en salas de cine o visionado en grupo, aseguraban el éxito. Los VHS, DVD, TDT unidos a la soledad del espectador de fondo son sus enemigos naturales y ese espacio poco favorable donde se notan sus carencias, especialmente si comparamos sus trabajos con los de Wilder, Lubitsch, Quine u otros.

Es cierto que en Los caballeros las prefieren rubias, Hawks no abusa demasiado de este efecto y tan solo la vista de la causa ante el Juez se nos presenta en plan desmadre cheli con una divertida Jane Rusell, exhibicionista, desenfrenada y peróxidada a lo Marilyn, y aunque seguramente Lubitsch no lo hubiese resuelto así, tampoco por ello hemos de cargar las tintas sobre una película entretenida y de buen rollito.

Dos amigas, Lorelei Lee (Marilyn) y Dorothy Shaw (Jane Rusell) viajan a Paris en transatlántico, bajo la vigilancia de un detective contratado por el padre del rico prometido de Lorelei quien desaprueba su relación. A su alrededor, todo un equipo olímpico, un millonario, algo pendoncete, con negocios en diamantes, y hasta un deseable aristócrata con mayordomo quien, para contrariedad de Lorelai, resulta ser un niño. Una diadema de diamantes acaba en el centro de la trama y su entrega/regalo/cesión o “robobo de la jojoya” el motivo de la comparencia ante los tribunales y el catalizador de un previsible “happy end” donde la presunta tonta resulta ser la espabilada del grupo, como se demuestra sobradamente en el siguiente diálogo:

Lorelai (dirigiéndose al padre de su prometido): ¿No comprende Sr. Osmond que un hombre rico es igual que una chica guapa? No se casaría usted con alguien solo por su belleza. Sin embargo esto es un gran aliciente

Mr. Osmond  : Eemm...

Lorelai: ¿Y si tuviera usted una hija dejaría que se casara con un hombre pobre?

Mr. Osmond : Bueno, yo...

Lorelai: Al contrario, desearía para ella lo mejor del mundo. Y que fuera muy feliz. ¿Que hay de malo si yo deseo también todo eso?

Mr. Osmond : De acuerdo, si, aunque...  ¡Oiga! ¡Me dijeron que era usted tonta! Y no me parece que lo sea

Lorelai:  Puedo ser inteligente cuando conviene... ¡Pero eso no gusta a los hombres!  Excepto a Gus (mirando a su prometido). A él sólo le interesa mi cerebro

Mr. Osmond : No. Espero que no sea tan idiota

Gus:  Padre ¿Has cambiado de opinión?

Mr. Osmond : No lo sé. No sé que decirte. Hijo, estoy hecho un lío

Los números musicales me parecieron buenos en general y excelente la canción insignia, especialmente por lo que hace a una coreografía no por demasiado vista, menos excelente.

No solo de films de culto vive el cinéfilo, también de rubias platino que entran por la vista y echan raíces en nuestros recuerdos.

Puntuación: 7,35


lunes, 3 de septiembre de 2012

MUERO CADA AMANECER (WILLIAM KEIGHLEY - 1939)



A los violentos años 20 le siguieron unos años, los 30, en que el cine de gángsters se hizo un hueco en las salas norteamericanas y desde allí se internacionalizó. Directores como Raoul Walsh, William A. Wellman, Roy del Ruth, Howard Hawks, el propio Curtiz o este William Keighley nos dejaron notables trabajos que ponían el acento en la era de la prohibición y en un mundo donde la depresión económica se cocinaba entre delincuencias, organizadas o no, y corrupciones varias.

Muchos han sido los actores que se hicieron un hueco en el género pero, entre ellos, dos comparten el sillón de los más grandes: Edward G. Robinson y James Cagney. Luego están los Bogart, Raft o el mismísimo Paul Muni en aquel espléndido Scarface, pero ellos marcaron un estilo propio e inimitable para un género que encontraba sus argumentos en la dura cotidianeidad de un período negro de la historia norteamericana.

Sin embargo lo que caracteriza a “Muero cada amanecer” no es tanto ese sórdido submundo de gángsters, asesinos, ladrones, extorsionistas, matones y gentes de la peor calaña. Todos esos personajes están ahí, encarcelados, pero los espectadores nos damos cuenta muy rápidamente que muchos de los que están fuera tienen más boletos para estar dentro que algunos de los reclusos. El film de Keighley es una crítica rotunda tanto al sistema carcelario como a la corrupción política y la moraleja que nos deja es que muchas veces la honestidad, la lealtad y los principios de una verdadera amistad se encuentran antes entre las clases más desfavorecidas que entre los poderosos.

En su inicio el film sitúa rápidamente la cuestión. Una pancarta electoral de un candidato político. Un grupo de hombres quemando documentos presumiblemente comprometedores. Un periodista: Frank Ross (James Cagney) observando la escena. Operación corrupta habemus. Algo así como la Spanish Malaya. El fiscal del distrito, candidato a gobernador, implicado en negocios turbios y Ross dispuesto a levantar la liebre. Como supondrán el intrépido reportero acaba golpeado, rociado en whisky y a los mandos de un vehículo que se estrella contra otro causando la muerte de tres personas. Declarado culpable de homicidio involuntario es enviado a prisión, donde descubre la brutalidad carcelaria y entabla amistad con un delincuente habitual “Hood” Stacey (George Raft) al que accede a ayudar a cambio de que Hood y su banda encuentren y hagan confesar la verdad a quienes incriminaron al periodista.

La película supuso la primera (o casi) colaboración entre Cagney y Raft (hubo un trabajo anterior donde la aparición de Raft casi pasó desapercibida: ("Taxi" de Roy del Ruth) y ello atrajo a los espectadores dado el carisma de estos dos grandes actores. En el lado negativo, hubo una cierta reacción institucional poco favorable a argumentos críticos con los estamentos americanos especialmente en un tiempo donde se barruntaba el conflicto bélico mundial.

Sin embargo estamos hablando de una película más que interesante, con dos grandísimas interpretaciones de Cagney y Raft. Es cierto que algunos detalles muy peliculeros, tales como el ingreso voluntario de Stacey en el penal para ayudar a su amigo o la bondad extrema del alcaide de la prisión, resultan un tanto forzados en aras a un final ejemplarizante del film, pero menguan poco la nota de un buen trabajo de un director a revisar en el futuro: William Keighley

Puntuación: 7,50


jueves, 30 de agosto de 2012

EL HELECHO DORADO (JIRI WEISS - 1963)


Aunque mis preferencias cinéfilas se mueven en el terreno del “old Hollywood” de vez en cuando me resulta muy edificante una penetrante mirada al cine de este viejo continente del que, por mucho que se molesten en el Rhin, formamos parte. Y es que, nuestra memoria colectiva sigue poblada de historia de cruzados, de brujas, de inquisiciones, de hadas y de muchos avatares que nos han unido en un destino común. El cine kazajo (y esto es un guiño a nuestra amiga Mara y su excelente blog Maraminiver) es por supuestísimo más nuestro que el cine parido en Norteamerica, del que nos distancian siglos de cultura y millas náuticas de distancia. Y el ejemplo es válido para el cine checo de un poco conocido Jiri Weiss del que por lo visto aquí merece un repaso más profundo.

Como por algún lado hay que empezar, yo lo he hecho por “El helecho dorado” versión cinematográfica de un cuento de hadas de Jan Drda, escritor checo del siglo pasado. Seguramente no se trate de su mejor trabajo, al menos así lo aseguran los que saben de esto, pero deja un agradable sabor de boca a pesar de que, a diferencia de otros cuentos al uso, aquí nadie parece feliz ni mucho menos come perdiz alguna.Sin embargo, a mi me gustó, y, aunque desconocedor de la obra de Weiss,  me atrevo a exponer mi opinión ante todos ustedes.

Básicamente El helecho dorado es una historia de amor. De ese amor universal que no entiende de fronteras ni de continentes pero que aquí en Europa, sabe y puede vestirse de magia y rodearse de un entorno de guerras y reconquistas medievales que son nuestra misma historia, de oriente a occidente y de norte a sur. Así Jura (Vit Olmer), el pastor, encuentra en la oscuridad del bosque el mágico helecho dorado y con él a una dríade (hada de los bosques) al que llama Lesanka (Karla Chadimova) y de la que se enamora. Trás un baile y una borrachera es reclutado a la fuerza por los soldados del Rey para combatir contra el ejercito turco. Lesanka le entrega una camisa que nunca deberá quitarse. Sin embargo Jura está tan ansioso de volver con su amada que se presta a todos los requerimientos de la hija del general de su regimiento, incluso a quitarse la burda camisa mágica impropia de su rango de capitán.

Exquisitamente fotografiada en blanco y negro por Jiri Srnka, El helecho dorado es mucho más que un infantil cuento de hadas. Es el drama del amor en los tiempos de la guerra, esa misma guerra que condicionó la propia vida de Weiss, tanto por la ocupación nazi de Checoeslovaquia en 1939 como por la ocupación rusa en 1968 trás la llamada primavera de Praga. En ambos casos, Jiri Weiss, checo y además judío, debió emigrar a Londres primero y a EEUU después. El helecho dorado es un símbolo de ese amor entre Jura y Lesanka. La camisa bordada con semillas de helecho también. Con ella los avatares del mundo no tienen poder alguno sobre Jura pero cuando la camisa arde en el fuego, arde el amor y en una escena final magnífica la rama de helecho se desintegra al querer asirla.

Un cierto fatalismo queda en el aire. No. No es un cuento con final feliz. Es el final de la vida misma, sin colorines ni colorados...

Puntuación: 8,00



miércoles, 22 de agosto de 2012

LA TIERRA DE TODOS (FRED NIBLO - 1926)



Greta Garbo. The Temptress. En traducción directa: La seductora. Algo así como la tentación vive arriba, al lado y en todas partes. Lo mismo en París que en Argentina. La película se conoce también en versión patria como “La tierra de todos” y ello por la novela homónima de Vicente Blasco Ibañez.

Lo primero que hay que señalar es que estamos en el año 1926, los “talkies” aún por llegar, el silente en su apogeo, y la Garbo divinizándose cada día más. Si un cierto repelús recorre su espalda y decide pasar página, sepa usted que no me enojaré aunque lamentaré perder un lector al que tratar de interesar en un film que sin alcanzar el grado de sobresaliente acaba dejando buenas sensaciones e incluso alguna que otra moralina sobre la que reflexionar.

En estas fechas en las que se habla tanto de uno de los mitos por excelencia de este arte: Marilyn Monroe, diosa de la sensualidad, las curvas y los contoneos, además de una muy buena artista, no está de más recordar a una de sus insignes predecesoras en eso de llevar a los hombres a la perdición : Greta Garbo ( y de paso citar a otra de las reinas, Marlene Dietrich).  La Divina era una especialista en este tipo de roles y aunque ella bregaba con la MGM para que no la encasillasen tanto, la taquilla y los gustos del público eran materia sacra y obligada.

De hecho en esta película se avino a participar solo a requerimientos de un director amigo suyo Mauritz Stiller y tras el abandono de éste motivado por sus dificultades idiomáticas pero sobre todo por su choque directo con el actor principal, el galán español y madrileño Antonio Moreno, estuvo también a punto de abandonar el proyecto y solo la voluntad de Stiller de que continuase trabajando para su sucesor Fred Niblo evitó que hoy estemos hablando de otras cosas más interesantes.

Y es que estamos ante un film-Garbo, una de esas películas que, contando con un argumento decente y un reparto interesante, hubiese acabado entre tediosos bostezos de los espectadores. Pero no. Ella nos mantiene alerta. Sus ojos trascienden la pantalla y nos seducen, casi abducen, sus labios nos hipnotizan. Ella no necesita palabras. Su voz está en el gesto y cada detalle suyo es una enciclopedia de vida y sensualidad. 

Por lo dicho, casi habrán adivinado el argumento. Mujer casada causa el suicidio de su amante, la deshonra de su marido y la desdicha del hombre al que verdaderamente ama. Los hombres que, en un momento u otro, están cerca de ella, acaban destrozados de deseo y celos, cuando no muertos. Un periplo entre París y Argentina en busca del amor verdadero acaba conduciéndola a una degradación personal, física y moral, de la que nadie que vea la película y reflexione sobre lo que ve, puede declararla culpable. 

Sin desvelarles nada, su final invita a la generosidad y a una revisión profunda de lo visto en dos horas de buen cine.

Puntuación: 7,75 

domingo, 19 de agosto de 2012

SUEÑOS DE JUVENTUD (GEORGE STEVENS - 1935)





Una película llamada, en España, Sueños de Juventud, (“allá” Alice Adams), del año treinta y tantos, en B/W y protagonizada por una jovencita llamada Katharine Hepburn, parece una propuesta cinéfila ochocentista para paladares rancios y acaramelados. Y es que “Sueños de Juventud” nos suena a Mujercitas, a Shirley Temple y a la Dorita de El Mago de Oz. Su visionado en estas calurosas noches estivales presagia empalagamientos máximus y viajes al frigorífico en busca de bebidas frías con las que acompañar el evento. Sin embargo, si somos persistentes y capaces de resistir el primer envite nos acomodaremos en el sillón y nos deleitaremos con una comedia que, teniendo sus defectillos, que los hay, supera en algunos momentos, otras más afamadas de su tiempo.

Alice Adams está basada en una novela del año 1921 escrita por Booth Tarkington y ganadora del prestigioso premio Pulitzer. Cuenta la historia de una familia que, en una era de bonanza económica previa a la gran depresión del 29, se sitúa en un status social de clase media baja, con los consiguientes problemas de relación e inclusos sentimentales para su hija Alice, cuyas “amigas” pertenecen a una especie de “jet set” que ha obtenido dinero del ferrocarril y otros prósperos negocios. La situación se agrava por la enfermedad del padre y los reproches de la madre a éste, al que acusa de poca iniciativa para la explotación de un pegamento de su invención, que les hubiese proporcionado un mejor nivel social y económico.

La oferta de la película es variada. Por un lado tenemos una buena interpretación de Katharine Hepburn quien estuvo nominada al Oscar a la mejor actriz de aquel año, Oscar que le fue arrebatado por la gran Bette Davis, aunque la propia Bette reconoció los sobrados méritos de Katherine para la estatuilla. También es meritorio el trabajo de Fred Stone como padre de familia, aunque es de recibo reconocer que es en la segunda mitad del film cuando alcanza su mejor registro. Y si nuestro paladar es exigente, se sentirán satisfechos con una de las escenas cómicas mejor conseguida de la historia del cine, la de la cena con que la familia Adams (nada que ver con los Monsters) agasajan al pretendiente de su hija (un también jovencísimo Fred McMurray) y es que la presencia de una Hattie McDaniel (a la que recordamos por Lo que el viento se llevó) no solo no nos deja indiferentes sino que nos arranca jocosas carcajadas.

Es cierto que lo escrito por Booth Tarkington antes del 29 era difícil de trasplantar al año 1935 De hecho el rápido lanzamiento de un negocio de “superglus” no parece demasiado viable trás el martes negro de Wall Street, pero cine es cine y así lo aceptamos y disfrutamos. Por otra parte la moralina del libro se encaminaba más a la liberación de la mujer por el trabajo y la película por obra y gracia de su productor Pandro S. Berman buscó un final taquillero y feliz.

Cuentan que el propio George Stevens, harto de críticas sobre un final tan distinto (piensen que la novela era suficientemente conocida en su tiempo) llegó a rodar un final nuevo con Mary perdiéndose entre la bruma pistola en mano. Como dicen por aquí: ¡ Ni corto, ni cortijo! ¿Recuerdo de Gun Crazy? Tal vez...

Puntuación: 7,80