domingo, 26 de septiembre de 2010

POR QUIEN DOBLAN LAS CAMPANAS (SAM WOOD - 1943)

 
Película para reflexiones, especialmente si nos movemos por esta piel de toro de nuestras entretelas. Película de las dos Españas pero con tanques en lugar de panderetas y rapados al cero en vez de sacristías. Y en el lugar del poeta: Hemingway, recordándonos que las campanas doblan por todos nosotros, los que estaban y ya no están, los que no estaban pero siguen estando.

Cinematográficamente no estamos ante la película perfecta. La imaginería hispana siempre fue difícil de imitar. Los rostros que curte el sol no son sustituibles por capas de ceniciento maquillaje. La belleza de nuestras mujeres no se ajusta a cánones nórdicos. Nuestros gitanos no son tanto de Hungría como de esos “Somorrostros” que parieron a Carmen Amaya. Pero el film es un retrato en sepia, deformado para unos, incompleto para otros… Para mí, un pedazo de historia tan imposible de enterrar como de desenterrar.


Aquí se habla de cine e Ingrid Bergman es cine, más juventud, más belleza, más buen hacer. ¿Qué decir de Gary Cooper? La Bergman lo eclipsa y se lo come con papas y ello no desmerece su categoría como actor, todo lo contrario, lo que sucede es que Ingrid era mucha Ingrid. Si a eso le añadimos actores geniales del fuste de Joseph Calleja, Akim Tamiroff y en especial de Katina Paxinou (a punto de comerse a la sueca), pues estamos ante un buen trabajo de Sam Wood, donde la estrategia militar, voladura de puente incluida, es la escusa para un relato no oficial de un momento histórico-político reciente así como para la disección profunda de ese alma hispana con más surcos que los que el arado deja en la tierra.


Visualmente hermosa, con esos paisajes montañosos nevados y esos cielos de azul espectacular, la película consigue buenos momentos de notable tensión, en especial en sus escenas finales. Algo (bastante) excesiva en metraje, quizás por la complejidad de nuestra condición, la película no dejará indiferente a nadie, lo cual es absolutamente positivo. La historia de nuestro siglo XX quedó marcada por esa lucha fratricida y se puede contar la verdad desde cualquier orilla de la contienda. Esta no es más que una versión, parcial como todas, por naturaleza, que pone a prueba nuestra madurez como españoles que siguen adelante pero aprendiendo del pasado. En eso y no en otra cosa, consiste la modernidad.


 

domingo, 12 de septiembre de 2010

EL SECRETO DE LOS INCAS (JERRY HOPPER - 1954)


Confieso que me acerqué a esta película desconociendo su relación con la idea germinal del personaje de Indiana Jones. Incluso voy más lejos, la indumentaria de Charlton Heston, claramente precursora de la del famoso aventurero arqueólogo, estaba por pasarme desapercibida cuando empecé a darme cuenta de la extraña similitud entre el disco solar de los Incas y uno de los tres discos que conducían hasta la Atlántida en una de las primeras aventuras gráficas de Lucas Arts con Indy como estrella naciente. Siquiera sea tarde, acabé intuyendo que el héroe del látigo se gestó en la ciudad inca de Machu Pichu entre tumbas de reyes y sacerdotisas y al arrullo de las cinco octavas de Yma Sumac.

El personaje de Harry Steele (llámeme Harry) no es el único antecedente, tal como confesaron Lucas y Spielberg, el Richard Widmarck de Huida hacia el sol (nazis incluidos) o la serie James Bond, fueron partes sine qua non en el parto. En el centro, Indiana Jones ascendiendo a los taquilleros altares cinematográficos desde las ignotas aguas de la serie B. Y, con prueba de paternidad contrastada, los Merlin de turno convirtiendo en oro todo lo que tocan.


Como habrán advertido es imposible efectuar un comentario de El secreto de los incas que bordee la génesis del héroe por excelencia. No obstante, la película por si misma, tiene atractivos suficientes: Charlton Heston, actor icono del cine de aventuras cuyos trabajos menos reconocidos para si los quisieran otros muchos actores y mi admiradísimo (el superlativo se queda corto) Thomas Mitchell, como malo de una película cuya única pretensión era entretener. Junto a ellos, Nicole Maurey, como fémina de turno decidida a compartir riesgos y a vivir aventuras, amorosas y de las otras.


Muchas coincidencias, aunque el carácter de Harry, complaciente gigoló de ladys in holiday, se barnizó convenientemente ocultando perfidias y resaltando virtudes. ¿El resultado? Indiana Jones surgiendo del Machu Pichu cual Venus surgiendo de las aguas. El héroe está servido.


 

miércoles, 8 de septiembre de 2010

SUCEDIÓ EN LAS VEGAS (ROBERT STEVENSON - 1952)


Jane Russell, una de las perlas de la corona Howard Hughes, con sus excesos corporales y sus carencias expresivas, protagoniza junto a "musculitos" Victor Mature, otro artista de la expresión imperturbable, la misma como egipcio, centurión, recluso o policía, una película con visos de "noir" que se queda simplemente en gris a causa de un guión deslavazado en demasía. Probablemente la causa haya que buscarla en la acusación a su guionista Paul Jarrico de pertenencia al partido comunista así como en la necesidad de escribir nuevas escenas. En la caza de brujas sobre la RKO pudo estar una de las claves del fracaso de Sucedió en Las Vegas.

Con evidente aroma al Rick´s Cafe y a Casablanca, pianista y canción incluidos, el film pivota sobre dos ejes fundamentales, la relación de una antigua pareja de amantes a las que siempre les quedó Las Vegas, y un asesinato, elementos imprescindibles en un "noir" que de tal se precie. En derredor, toda una fauna de personajes con su historieta a cuestas: El jugador compulsivo, marido por más señas, el asegurador de collares en peligro, el hombre sentado al piano, el taxista, el jefe de policía y el mafioso dueño de garito. Todos ayudan a deslavazar en exceso una historia que, tal vez, hubiese dado para más, sin tanto McCarthy al acecho.

Robert Stevenson ya había demostrado sus habilidades y su compromiso en trabajos anteriores, pero el acoso a la RKO condicionó bastante futuras realizaciones donde la necesidad de comer venció a otras necesidades de realización personal y cinematográfica, hasta acabar siendo uno de los mejores realizadores de cine infantil. Ahí quedan La bruja novata y muy especialmente Mary Poppins.

Aunque no sobran los motivos para verla, existen: Las curvas de la Russell, en especial la escena de la ducha, Hoagy Carmichel al piano y su canción del mono y sobre todo la persecución final con helicóptero incluido. Reconozco que no es mucho para un "noir" que se quedó en gris en el intento, con pocas sombras y escasas luces, y donde ni los promocionados encantos de la Russell fueron suficientes para alegrar algo las taquillas.

viernes, 3 de septiembre de 2010

SINUHE EL EGIPCIO (MICHAEL CURTIZ - 1954)


Películas como esta se prestan al debate ¿Cine o Canal Historia?. Puede ser un tema de discusión difícil pero interesante. Quienes vean en el cine puro entretenimiento, probablemente sean tolerantes con las inexactitudes históricas, mientras que aquellos que, por encima de todo, vean en él un medio para acercar al pueblo la cultura defenderán a capa y espada la ortodoxia. En mi opinión el punto de equilibrio dista lo mismo de los extremos. ¿Perogrullo? Si, pero es cierto. Entre lo contenido en los papiros originales de donde Mika Waltari concibió su novela y lo que podría contar Mel Brooks sobre la loca historia del antiguo Egipto, puede situarse, con un cierto consenso, esta película.

Lo único que no me acaba de cuadrar es lo de Victor Mature como faraón "suplente". Probablemente a causa de sus múltiples papelitos de romano su imagen siempre parece estar más cercana al Coliseo que a la Esfinge. No obstante pecaríamos de injustos si valorásemos todo su trabajo durante dos horas de película únicamente por las escenas finales. Mature da vida al mejor amigo de Sinuhe, un soldado ambicioso que, casualidades de los dioses, consigue alcanzar el rango de comandante en jefe de la guardia del Faraón mientras que Sinuhé sigue tratando de ejercer la medicina en favor de los pobres aun contando con la amistad del Faraón.

Apartando las inexactitudes históricas que, haberlas háilas y los habituales toques moralistas cristianos tan propios del género histórico made in Hollywood, la película resulta coherente con esos conceptos primarios conocidos acerca de la vida en el Antiguo Egipto. Temas tales como la momificación, la vida tras la muerte, el ejercicio de la medicina, las castas sacerdotales o el conflicto poli-monoteísmo están presentes y aunque su ubicación temporal sea desacertada configuran un escenario atrayente para el espectador.

Se rueda en Cinemascope y Leon Shamroy resulta nominado al Oscar por su fotografía en color, sin embargo su elevado presupuesto no consigue ser equilibrado por el "box-ofice" y sus decorados se reutilizan en la superproducción de Cecil B. de Mille, Los diez mandamientos. La elección de los actores tampoco resultó fácil. Marlon Brando estuvo contratado hasta el último momento para interpretar a Sinuhé pero se retiró del proyecto argumentando problemas de salud cuando en realidad ni le gustaba el guión ni la presencia de Bella Darvi, amiguita de Leonard. Se barajaron nombres como Farley Granger pero al final se optó por un quasi desconocido Edmund Purdom quien venía de prestado de la MGM. No obstante, no debemos sacar conclusiones erróneas, las interpretaciones son dignas, destacando, a mi juicio, Jean Simmons, Peter Ustinov, Michael Wilding y el propio Purdom. La codiciosa seducción de Bella Darvi es también otro activo a considerar.

En resumen, absténganse quienes busquen fidelidades espacio-temporales. El resto, viajen al Egipto de los Dioses y los Faraones y disfruten de una historia bien contada...