sábado, 17 de diciembre de 2011

EL CASO DE THOMAS CROWN (NORMAN JEWISON - 1968)




Encuadrada en un género que las ha visto mejores, pongamos que hablo de Atraco Perfecto de Kubrick, El caso de Thomas Crown toma como referente el atraco a un banco para derivarnos hacia una historia donde lo sensual prima sobre lo romántico y lo crematístico se merienda claramente al amor. El film pivota sin ninguna duda sobre sus dos protagonistas principales (Steve McQueen y Faye Dunaway) quienes apenas dan cancha al resto del reparto, donde destacaría a Jack Weston. Y puestos a elegir me quedo con ella, en una interpretación claramente doble que simultanea arrumacos con traiciones y comunión de ideas con los egoísmos más exacerbados.

Y es que la recuperación del dinero robado al diez por ciento de comisión no deja huecos para cariñitos y esas cosas. Y nuestra Faye tiene tan bien amuebladas las piernas como las neuronas. Tonta no salió la niña. Frente a ella, MacQueen en su papel de millonario con ganas de vivir peligrosamente, da bien la réplica y encaja con la misma cara de palo de Keaton, los directísimos que ella le lanza. “Empieza el tercer asalto” llega a decirle ella, tras enfrentarse cara a cara con su cómplice en el atraco y sin parpadear. “El segundo lo ganaste”. O sea que el símil con el boxeo no está mal traído.

Tanto la planificación como el desarrollo de los atracos, con su habitual carga de suspense, suelen deparar los mejores momentos de este género cinematográfico. Así sucede en El caso de Thomas Crown. Sin embargo esta suerte de combate pugilístico entre la capturadora y su presa alterna momentos memorables como una partida de ajedrez donde los dedos resbalan sobre los alfiles lo mismo que sobre los labios entreabiertos, poniendo la seguridad de Thomas Crown en jaque, con otros donde la película parece languidecer y girar sobre sí misma con riesgo de aburrimiento para el espectador. Las innovadoras técnicas del cine de los 60 con que Jewison conjunta determinadas escenas no favorecen demasiado la calidad artística del film y más parece un ejercicio de “nuevas miradas” o de cine alternativo. Algo similar ocurre con la canción insignia que, no obstante resultar premiada y sonarnos, acaba resultando un poco tostoncete.

En definitiva, un film del que pueden entresacarse buenas cosas pero que en conjunto acaba resultando algo aburrido, escasamente creíble (sagacidad y adivinación no son la misma cosa) y muy previsible en su desenlace. Su valor estriba en la fuerza de sus dos personajes y en ese sentido la elección de Steve McQueen y Faye Dunaway, especialmente esta, la encuentro acertada. Aparte de ello, algo más, pero poco…

Puntuación: 7,00




miércoles, 7 de diciembre de 2011

LA NOCHE DE LOS GIGANTES (ROBERT MULLIGAN - 1968)



Todos los amantes del cine guardamos un excepcional recuerdo de Matar a un ruiseñor, un film capaz de impactar todas nuestras sensibilidades y que supuso para Gregory Peck su único Oscar. Pues bien, Peck y Robert Mulligan vuelven a unirse en The stalking moon, film que, sin alcanzar a su precedente, es un exponente magistral de cine hecho con fundamentos.

A priori, el western no es el género más propicio para poner a prueba nuestra capacidad de sentir y nuestro grado de receptividad ante ese rastro del dolor que se cierne sobre seres ajenos, por mucho que aparenten estar hechos de celuloide. Sin embargo, Robert Mulligan consigue que los rifles hablen lo justo e imprescindible y que los silencios lo expresen todo con claridad meridiana. En este sentido Robert Mulligan recuerda a Jacques Tourneur cuyas incursiones en el western aportaron una gran carga de humanidad, con muertos que tenían familia y seres queridos que los enterraban y lloraban. No eran solo jinetes que se caían del caballo y nunca más se sabía de ellos. La historia real de la conquista del Oeste seguro que se escribía con lágrimas. De ira, de rabia, de dolor, de pena…

El rescate de una mujer (Eve Marie Saint) capturada por los apaches y con un hijo fruto de la relación con el más letal de todos ellos, conocido por “Salvaje”, así como la relación tan intensa como sensible que se va fraguando con un retirado explorador del ejercito (Peck) son las dos líneas directrices de un film excepcional aunque impropio del western, y que en algún sentido evoca aquellos argumentos “run the arrow” donde los personajes son acosados, asediados y perseguidos de forma implacable en una auténtica caza humana. Aquí el perseguidor es “Salvaje” y las presas son todos aquellos que se interpongan entre él y su propio hijo. 

Gregory Peck vuelve a realizar otra interpretación magistral. Muy lejos quedan aquellos westerns donde Peck tenía mucho de actor académico y poca expresividad vital. Buenísimo actor donde los haya debía pasar sus pruebas de fuego, y desde luego las películas de Robert Mulligan le ofrecieron la posibilidad. Y aprobó, con nota. Cum laude…

Eve Marie Saint parece no resistir la comparación. Tal vez me ciegue cierta debilidad por esta actriz a la que no es extraña su participación en mi film de cabecera, pero debo decir que en un papel donde se imponen la quietud y los silencios, está inmensa. Su interpretación no exige gestos. No precisa frases. Tan solo se necesitan unos ojos expresivos, escaparate, en ocasiones, de alegría contenida, y en otras de húmedo dolor.

Film de momentos geniales, de escalofríos en una espalda, la nuestra. De sublimación de la amistad, de conocimiento del amor, de sentirse seres vivos con sangre caliente en las venas. Instantes como la silenciosa espera de un tren, como el momento de compartir una mesa, como la pérdida de un amigo, como una bella declaración de amor… Todo medido y justo. Un segundo rifle que se acarrea o una baraja de cartas que se regala a un niño, cuentan la historia mejor que los periódicos o los libros. Nosotros solo tenemos que estar ahí con las sensibilidades abiertas.

Film muy poco conocido pero absolutamente magistral.




Puntuación: 8,70



miércoles, 23 de noviembre de 2011

DOS SEMANAS EN OTRA CIUDAD (VINCENTE MINNELLI - 1962)


No sé si la doble incorporación del mundo cinematográfico a los argumentos de Minnelli (Cautivos del Mal y Dos semanas en otra ciudad) se queda simplemente en eso o es el reflejo del repulsivo aroma que se escapa de las marmitas donde bullen los intereses más interesados, de productores, actores, periodistas y star-systems varios. La fama, el dinero, las portadas de la prensa del corazón exigen su tributo. El glamour es pura fachada. ¿Qué hay debajo? Minnelli y un par de semanas en Roma nos lo aclaran.  

Jack Andrus (Kirk Douglas) reconocido actor, ganador de un Oscar, tras 3 años de internamiento en un sanatorio siquiátrico (vuelto literalmente loco por su ex mujer Carlotta) acepta una oferta de trabajo de Maurice Kruger (Edward G. Robinson) director de cine y amigo personal.  Esta su “vuelta al ruedo” cinematográfica” supondrá la reactivación de sus antiguos fantasmas y la aparición de alguno que otro nuevo.

Reconozco que esta sinopsis es en exceso simple, aunque suficiente para ponernos en posición. Se trata simplemente de una línea argumental alrededor de la cual se entrelazan con mayor o menor fuerza una serie de historias calificables de muchas maneras, pero con el rasgo común de inconfesables, y donde encontramos productores cuya religión es el beneficio por encima de todas las cosas, egocéntricos directores más preocupados por su estilo personal que por el propio film, actrices especialmente bien dispuestas a cambio de un buen papel, esposas heridas y esposas hirientes, actores niñatos y niñas que confunden la libertad con la inmadurez. Y en medio Andrus (Douglas) el ex loco o ¿debería decir? el más cuerdo de todos ellos.  

Un buen film al que el mismo mundillo que representa cercenó de forma impía. Así, una escena donde Carlotta (Cyd Charisse) dejaba claro el dominio sobre su entonces marido (Andrus) fue eliminada por el productor (Housemann), lo mismo que la escena de la orgía cuyas reminiscencias fellinianas y de La dolce vitta son evidentes se dejó en la mínima expresión por mor y desgracia de las autoridades de la MGM. Es por ello que los espectadores tenemos la sensación de que faltan cosas: Carlotta y Andrus, Kruger y Andrus,  Kruger y su esposa (magistral Claire Trevor, homenaje a Cayo Largo), son personajes esbozados y en busca de definición. 

Tal vez la obra de Irvin Shaw no los pintara con trazo gordo. Tal vez, y lo creo más posible, se difuminaran en despachos de producción. Tal parece que lo intentaron pero no consiguieron destruir un buen trabajo de Minnelli con actores excelentes y que resiste la comparación con Cautivos del Mal, film que, por cierto, se incorpora al guión, como ejemplo entre ficticio y real de la trayectoria profesional de uno de los grandes actores de todos los tiempos: Kirk Douglas.

Puntuación: 8,00





jueves, 17 de noviembre de 2011

LA COSTILLA DE ADÁN (GEORGE CUKOR - 1949)



Más allá del elemento básico para la  creación de Eva, La costilla de Adán es una comedia americana de finales de los 40 dirigida por el maestro Cukor e interpretada por una de las parejas más carismáticas de la historia cinematográfica, pongamos que hablo de Spencer Tracy y Katharine Hepburn. A diferencia de las llamadas “screwballs”, donde la comicidad se conseguía a base de situaciones zigzagueantes y disparatadas, nos encontramos frente a una mezcla de humor inteligente y cine con fundamentos, capaz de satisfacer a los paladares más exigentes.

La historia, gestada por Garson Kanin y Ruth Gordon, los guionistas más importantes en la carrera de George Cukor, refiere el enfrentamiento en los Juzgados, del matrimonio Bonner (Tracy y Hepburn), fiscal y abogado defensor respectivamente, con motivo del juicio por intento de asesinato de Doris Attinger (Judy Holliday) mujer engañada y agredida constantemente por su marido. La contienda jurídica se traslada inevitable al hogar familiar deviniendo en conflicto matrimonial, auspiciado también por los coqueteos de un vecino compositor y pianista, y por más señas “flor de otoño”, enamorado de Amanda para quien compone una pegadiza canción de éxito.

Con las formas del delito cometido por la esposa ultrajada, en el fondo el film supone un alegato feminista en contra de la discriminación de la mujer y su verdadera igualdad ante la Ley. Las canas al aire consentidas al miembro varonil de la pareja son impresentables por lo que hace al femenino, y esta circunstancia que formaba parte del sustrato cotidiano de una sociedad tan desarrollada como la norteamericana de la época es la que trata de cambiar Amanda Bonner y sobre la que estructura toda su defensa.

Película de momentos insignes, de carcajadas más que incipientes, de actuaciones geniales y, sobre todo, de un director como Cukor que a su conocimiento del alma femenina unía su dominio de las artes del cine y del rodaje. Claro que al lado de actores como Tracy y Hepburn todo era especialmente más fácil, pero no neguemos al Cesar lo que es del Cesar.

Un apunte final. No se pierdan la secuencia circense en el Tribunal protagonizada por Hope Emerson (Caravana de Mujeres). Un momento para recordar.

Puntuación: 8,90 





lunes, 14 de noviembre de 2011

ESTA TIERRA ES MÍA (HENRY KING - 1959)


De idéntico nombre a la excepcional película de Renoir,  este trabajo de Henry King es un melodrama bastante descafeinado y con trazas de habérsele metido tijera en demasía, que dejará contentos a los seguidores de Jean Simmons y Dorothy McGuire y quizás también a los de Rock Hudson, aunque éste las ha tenido mejores. De Claude Rains solo puedo decir una palabra: Profesional.

La historia de una familia de viticultores franceses en los viñedos californianos evoca con facilidad los avatares de aquella Falcon Crest televisiva, aunque estos Rambeau se mueven un tanto entre el quiero y no puedo, en un término medio que al género melodramático le sienta muy mal. Porque, coincidirán conmigo en que las intrigas unidas a las ansias de poder y de dinero son elementos imprescindibles en este tipo de cine. Aquí, haberlas hailas pero de baja intensidad, como si se pidieran perdón por alguna que otra salida de madre. Así, John Rambeau (Hudson) pasa de cabecilla de la revolución familiar a humilde granjero injertando cepas o la propia Jean Simmons (Elizabeth Rambeau) que parece haberse incorporado a la familia con alguna intención no demasiado confesable, acaba siendo su reserva espiritual. 

Como he dicho al principio la película, que sobrepasa las dos horas, acusa en demasía los tijeretazos. Es cierto que los espectadores somos seres inteligentes a los que se nos cuenta la mitad y componemos el retablo entero, pero tampoco hay que abusar, que más de uno puede quedarse en el camino. Desde el principio se ponen a prueba nuestros conocimientos de genealogía familiar y debemos rebobinar para saber quién es quién y quién se acostó con quién. No se preocupen si suspenden pues al final el aprobado es generalizado con la frase de Rock Hudson a su progenitor natural: “Padre” “Lo sé hace mucho” Y es que el niño prometía…

Película no excelente pero entretenida. Seguro que las habrán visto peores. Las tribulaciones de una familia dedicada al vino durante la Ley Seca merece cuando menos un homenaje, sobre todo si es honrada y tratan de subsistir únicamente vendiendo las uvas para que con ellas se elabore vino para misa, se conviertan en pasas o se coman supongo que con queso, que saben a beso. Y todo ello durante doce años, que no serán nada pero arruinan a cualquiera.

Los viñedos como fondo, la ambición en primer plano, el amor por todas partes y el “honore” italiano condicionando la historia, son los elementos de un film de King más bien light que, a mi parecer, merece un aprobado, siquiera sea por su excepcional reparto, su fotografía en cinemascope y porque en líneas generales se deja ver con interés.

Puntuación: 6,80   



miércoles, 12 de octubre de 2011

LA VIUDA ALEGRE (ERNST LUBITSCH - 1934)


Del mismo modo que la salud del cuerpo exige el ejercicio físico, la salud cinéfila exige de tanto en cuanto un Lubitsch.  Ponga un Lubitsch en su vida o Todos los días un Lubitsch por lo menos podrían ser consignas de obligado seguimiento. Lubitsch es garantía de ese entretenimiento inteligente que regenera nuestras neuronas y cuyo mayor exponente es su famosísimo toque. Pero aun en aquellas contadas ocasiones en que la flauta mágica del alemán no alcanza tan excelso registro, las notas que de ella salen superan lo imaginable y muy pocos directores consiguen estar a su nivel.

La viuda alegre es una excelente comedia musical donde el gran Ernst Lubitsch se mueve como pez en el agua. Basada en la famosa opereta de Franz Lehar la acción se sitúa en Marshovia, pequeño reino cuyas finanzas se sostienen gracias a la fortuna de Madame Sonia, viuda interpretada por la cantante y actriz Jeanette MacDonald. Su marcha a París supone una crisis financiera que trata de resolverse enviando tras ella al galán y mujeriego Danilo (Maurice Chevalier). A partir de ese momento surge la comedia, el enredo y el ojo de Lubitsch, un director al que se le dan bien todas las temáticas y sabe salir airoso de todas las situaciones. Genios de la talla de Billy Wilder cuando se atascaban – porque “nadie es perfecto” – se interpelaban a si mismos “¿Como lo habría resuelto Lubitsch?” y si respondían con un mínimo de acierto a esta cuestión tenían prácticamente asegurado el éxito y la genialidad.


Pues bien, les decía, que Lubitsch se manejaba bien en todos los ambientes, pero el de la corte y la nobleza era una de sus especialidades. Recuerdo El Príncipe Estudiante, El abanico de Lady Windermere, La zarina y algunas más como películas que se mueven en el entorno de la realeza. Y en general, la mayoría de sus trabajos se desenvuelven entre clases adineradas y de la jet de su tiempo. Así que en La viuda alegre se encuentra como pez en el agua y ello tiene su reflejo en unos decorados fastuosos cuya fotografía es una muestra de arte y sensibilidad, en unas escenas de bailes de salón que hacen palidecer a las de El gatopardo, en unos diálogos irrepetibles por alguien que no sea Lubitsch, en unos silencios esclarecedores como no hay otros, donde hasta las puertas hablan más que las personas.


Se ha dicho que es una obra menor del gran Lubitsch. ¡Denme obras menores! ¿Se nota que me gusta su cine! Miren, ustedes, Lubitsch es tan genial – y hablo en presente porque es imposible que un genio así muera – que hasta consigue que me guste Chevalier, actor contra el que no tenía nada personal pero que no acababa de resultarme adecuado como galán. Lo borda. Jeanette MacDonald, voz prodigiosa, nos convence como actriz.


Y encima uno de mis actores-debilidad, Edward Everett Horton, asíduo de Lubitsch…

No lo dudo…


Puntuación: 10  (no se pueden guardar los dieces eternamente)   







jueves, 6 de octubre de 2011

LA FIERA DE MI NIÑA (HOWARD HAWKS - 1938)


Hacer una crítica sobre una película tan mítica como ésta no resulta fácil. Si juegas a favor de viento corres el riesgo de ser tachado de cinéfilo que no va más allá de clasificaciones y películas que deben verse aquí (seguramente porque en el otro barrio no las proyectan) y si el viento te da de frente siempre habrá quien ponga en tela de juicio tu competencia para emitir, no ya dictámenes, sino tan siquiera opiniones. En ese dilema uno no ve más que una salida: Mi verdad.

¿Y cuál es esa? Pues miren ustedes, les anticipo que sumando pros y restando contras la resultante sigue siendo muy positiva. Ciertamente no creo que estemos ante un film perfecto pero sí ante un film con momentos perfectos. No estamos ante, a mi juicio, el mejor Cary Grant sino ante un actor que estaba muy arriba pero sin alcanzar todavía su lugar propio en la comedia, lugar que alcanzaría con Historias de Filadelfia o Arsénico por compasión, antes que con este paleontólogo algo patoso y bastante simplón de La fiera de mi niña. No es el caso de Katharine Hepburn, quien sin apenas experiencia cómica, o tal vez por ello, conforma un personaje  distinto, mezcla de disparate y saber estar, que resulta ser un fresco contrapunto del remilgamiento del Dr. Huxley (Cary Grant). Se ha dicho, y resulta creíble, que Grant se inspiró en Harold Lloyd para interpretar su papel. Quizás por ello se dejó algo de si mismo en el camino.

Estamos ante lo que se ha venido a llamar una screwball, algo así como una comedia loca donde se derrochan absurdos, casualidades imposibles y situaciones increíbles a manos llenas ante las que debemos quitarnos la careta de la racionalidad si lo que pretendemos es dejarnos arrastrar por la locura colectiva de una comedia sin ese chispazo inteligente tipo Lubitsch pero con la grandísima virtud de convencernos durante hora y media de que lo absurdo y la realidad son una misma cosa.

No digo que sea perfecta porque hasta la desmesura debe dosificarse so pena de que el espectador cambie de plano astral y llegue a pensar que eso no es el planeta Tierra sino el país de Oz. En las escenas finales con el leopardo como protagonista se aúna la habilidad de colocar a los espectadores en un lugar de privilegio al conocer lo que en realidad está sucediendo, no así los personajes, lo cual aumenta la comicidad, con un desenlace demasiado lento y con momentos que se estiran más de lo conveniente quizás buscando una sonrisa que no acaba de llegar, tal sería el caso de la escena de la prisión.

Si no buscan obras maestras pero les apetece desinhibirse por un rato y colgar la cordura en el perchero quizás esta sea una buena manera.


Puntuación: 8,75





viernes, 30 de septiembre de 2011

AL SERVICIO DE LAS DAMAS (GREGORY LA CAVA - 1936)



Era una de esas noches en las que te apetece ver una comedia de las de siempre. De esas típicamente americanas en las que toda se enreda hasta el paroxismo para acabar en el inevitable final feliz. Y ¡hala! a dormir y a soñar con los angelitos, el Empire State y los puentes de Brooklin o Madison, que en sueños es difícil distinguir…
La elección de Al servicio de las damas parecía acertada. Carole Lombard, William Powell y Eugene Pallete aseguraban la calidad apriorística necesaria y con Gregory La Cava, uno de los amos de esto, la cosa pintaba bien. La información previa imprescindible para saber donde me estaba metiendo me hablaba de nominaciones y “awards” varios. Caramelos en lugar de palomitas, agua en vez de cocacola, la luz debidamente tenue y “La función va a empezar….lalala lalá…”
Al poco, una imagen surrealista total. Los vagabundos entre toneladas de basura y las desocupadas millonetis buscando un pobre que llevarse a la gymkama. ¡Y ni un encogimiento de nariz! Elegido el menesteroso y tras las presentaciones de rigor y algún que otro revolcón sobre los detritos, el ilustre mendigo – y digo ilustre porque se lo notan los estudios, superiores al menos a los de las juguetonas niñas de papá – sin afeitar y con olor no a limones caribeños precisamente, es presentado en una reunión de la sociedad alegre y confiada de la noche neoyorkina, zoológico representativo de una clase desocupada dedicada a la caritativa obra de nombrar mayordomos al primero que se recoge del arroyo, sin casting ni ná… Pero ¡Bingo! El amigo Godfrey (William Powell) es el asistente perfecto y los dos únicos dedos de frente en una familia de la que únicamente se salva el padre (Eugene Pallette)al que acabamos admirando por una paciencia capaz de dejar a Job a la altura del betún. Pero claro, hay cosas que no pueden ser y además son imposibles y hasta el santo patriarca acaba perdiendo los nervios.
Aunque la crítica de La Cava a una jet ociosa, vista desde el siglo XXI, no sea de una mordacidad extrema – tengan en cuenta que estamos en una comedia- supone un punto a favor del film, especialmente si se añaden algunas perlas punzantes en el guión. Sin embargo, la llantera contínua, de niña mimada y consentida, de Carole Lombard, junto con los simiescos saltos del protegido de la madre, gorrón de turno y filósofo en horas de ayuno, que cuando hay algo que llevarse a la boca se acabaron las filosofías, junto a otras lindezas por el estilo, me llevan a considerar si  los espectadores de la época reían por no llorar por lo mal que estaban las cosas o si con la entrada se les daba una infusión del gas de la risa, que sinó no se acaba de entender.
Se ha dicho de ella que es uno de los mejores ejemplos de comedia screwball en la línea La fiera de mi niña. Aquí tienen un ejemplo de odiosas comparaciones. Al servicio de las damas es una buena comedia, ácida e inteligente, pero que se deteriora un tanto con las exageración de las banalidades de la ociosa jet norteamericana de los 30 y a la que el inexorable tiempo no le ha sentado demasiado bien. En los 30 el acoso y derribo a las clases nobles y adineradas hecho con este agudo sentido del humor pudo tener su impacto. Si me situase en aquellos años probablemente subiría mi valoración. Pero el 2011, vistas las cosas que hemos visto, ¡eh sir John! me hace ser un poco más exigente. 
Reconociendo sus méritos...
Puntuación 7,00


(Un apunte final: Resulta curioso que en el trailer se omitan tanto la pertinaz llantera de Carole Lombard como el baile del gorila del amiguito de la mamá. ¿Dudaron de su efectividad para atraer a espectadores medianamente inteligentes?




miércoles, 21 de septiembre de 2011

DESAYUNO CON DIAMANTES (BLAKE EDWARDS - 1961)


Las películas gustan o no gustan. Esto, que parece una absoluta memez por mi parte, viene a cuento especialmente en el caso de Desayuno con diamantes (prefiero llamarla y así lo haré en lo sucesivo Breakfast at Tiffanys pues diamantes hay muchos y Tiffanys no).

Por lo general, suelo acabar de visionar los films y busco en la Red los comentarios de quienes  me precedieron en la valoración de las películas lo cual puede conllevar consenso pero resta espontaneidad y podría incluso condicionar la propia opinión. En este caso no lo he hecho así. Me complace dejar plasmada en estas pocas líneas la impresión original, algo así como el vino del primer prensado.

¿Porqué me gusta Breakfast in Tiffanys? Me gusta porque no pasa nada, pero pasa todo. Si ustedes analizan cada momento del film desde las irritaciones del casero hasta la libertad de un gato sin nombre, pasando por guateques, Sing Sing, millonarios brasileños, solteros con presumible fortuna, escritores mantenidos y decoradoras que mantienen,  pueblerinos maridos y empleados de joyería, se darán cuenta que no existe una conexión aparente entre todos y que los distintos momentos se solapan unos con otros conformando un aleluya que solo tiene sentido si nosotros mismos se lo damos. Y el único sentido que yo encuentro en todo ello es el sentido de la libertad.

Holly (Audrey Hepburn) vive en una cárcel. Cárcel sin barrotes y con las puertas abiertas de par en par. La cárcel de la independencia. La peor de las prisiones posibles porque no se reconoce como tal. Tyffanys está muy bien. Desayunar en Tyffanys también. Pero a veces no hay que quedarse “colgao” en las alturas y descender al mundo real y desayunar un tazón de cereales, con la persona a la que se ama o sólo si así se tercia o prefiere. La vida es demasiado corta para entretenerse en especulaciones. Los barrotes que forjamos para resguardar nuestra libertad dejan escapar la misma a través de ellos. Holly se da cuenta en ese instante final  bajo la lluvia con un gato entre los brazos al que bien podrían llamar Rain desde aquel momento.

Audrey Hepburn está maravillosa, siempre con esa imagen de nuera que todas las madres querrían para sus hijos. Para  George Peppard , más allá de famas televisivas, es el papel de su carrera. Mickey Rooney cómicamente orientalizado y Martin Balsam siempre profesional. Buen trabajo de Buddy Ebsen a quien algunos recordamos de una serie de los 60 llamada Los nuevos ricos. Punto y aparte para Mancini y su música representativa del cine, de una época y del sueño neoyorkino. ¿Qué decir de Blake Edwards? Una garantía.  Y Capote entre las bambalinas literarias. ¿Que más se puede pedir?

Podría haber documentado estas líneas muchísimo más. Es fácil, hay muchas referencias tanto bibliográficas como en la web, pero he preferido filtrarles la película a través del cedazo de mis sensaciones. Tal vez ustedes prefieran no leerme para no condicionarse. Harán bien.

Puntuación: 9,00





domingo, 18 de septiembre de 2011

RISATE DI GIOIA (MARIO MONICELLI - 1960)


Con una cierta regularidad vengo dando un repaso a la filmografía de Mario Monicelli. Hoy le tocó el turno a “Risate di gioia” algo así como Risas de alegría, traducida en España como Llegan los bribones, título no muy afortunado que sugiere más aquellas películas insustanciales de Burt Reynolds o similares que esta película italiana de 1960 de Anna Magnani después de su periplo norteamericano donde recibió el Oscar a la mejor actriz por “La rosa tatuada”.

La Magnani está magna como siempre. Permítanme el juego fácil de palabras. Y abusando de su benevolencia añadiré que la magnitud de la italiana es inconmensurable. Su dueto con Toto es absolutamente inolvidable en la línea de otras muchas colaboraciones anteriores. Su número musical conjunto una pequeña joya que nos deja con ganas de repetir.

Las desventuras de una extra habitual de Cineccitá en la Noche de Fin de Año es el argumento de este film del director italiano donde, junto a su inigualable sentido de lo cómico, nos muestra su vena más sentimental y humana. La extrovertida Tortorella (Anna Magnani) esconde en su interior una mujer sensible y falta de cariño. El pícaro Umberto (Totó), dispuesto a casi todo por una lira, es en el fondo un pobre diablo honrado a carta cabal. Y hasta el único y verdadero bribón de la película, Lello (Ben Gazzara), no tiene un futuro demasiado halagüeño en la profesión cuando debe acabar robando collares de la Madonna en las Iglesias. 

Risas regadas con chianti. Ese chianti que le sienta tan bien a las comedias italianas y que Monicelli sabe escanciar como nadie, aparcando por un instante las carcajadas o mejor dicho, trasmutándolas en cómplices sonrisas que acompañan esas porcas miserias tan genuinamente italianas. Comedia con fundamento y su puntito de reflexión. Realismo de una Italia de transiciones en tono de ja. 

Se ha dicho que Monicelli viene a ser algo así como una mezcla entre Billy Wilder y Martin Scorsese. Aunque es cierto que Riseta di Gioia evoca el recuerdo de ¡Jo que noche!, tal afirmación me parece desorbitada. Monicelli es Monicelli y eso significa mucho.

Por cierto, no se pierdan la buena actuación de Fred Clark como americano borracho. Clark es uno de esos secundarios con frecuentes apariciones en series televisivas, a los que no ubicamos demasiado bien pero recordamos con agrado.

Puntuación: 7,75 




jueves, 15 de septiembre de 2011

AGRADECIDO

Bueno, me ha cogido tan de sorpresa que no tengo preparado ningún discurso...
(Ahora, sacando unos cuantos folios del bolsillo continúo...)

Sin bromas, gracias por el premio y especialmente por la amistad. Los blogueros no somos unos especímenes raros que unicamente pretenden dejar memoria grata de nosotros mismos sino seres humanos que comparten sentimientos a través de la escritura y es obligado decir que en este camino compartido he encontrado en vosotros a los mejores compañeros posibles.

No suelo tener una frase preferida, sin embargo como parece que es un requisito del premio he elegido una frase mía, aún a riesgo de pecar de inmodesto, que incluí en la crítica que hice en una página web de cine conocidísima de la maravillosa película "AMANECER" de F.W.Murnau:

"La madurez ayuda a comprender y valorar obras como ésta pero al mismo tiempo viendo películas así no se puede por menos que madurar." 

Aunque esto también es aplicable a otras muchas películas de antes y de ahora quien conozca o vea "Sunrise" (Amanecer) seguro que me entiende. Además es un frase que sintetiza la gran trascendencia del cine en nuestro desarrollo personal.

A lo largo de mi andadura por estos andurriales cibernéticos me he topado con muchos blogs. Tengo un recuerdo y una relación muy especial con estos:

¡¡¡And the winner is!!!

donde Clara fue una de las primeras que visitó y comentó en  mi blog y donde aprendí muchísimo sobre el gran actor (y director) que fue Charles Laughton 

blog donde he sido invitado a colaborar y lo he hecho con absoluto agrado, tratando de ser siempre fiel a mis convicciones y repartiendo caña cuando es preciso sin dejarme influenciar por el carácter de intocables de algunos films o directores.

donde encontramos la vida en estado puro. Historia y lugares donde perderse y que se echan de menos desde las rutinas grises de nuestra cotidianeidad. El premio Amado blog sigue estando al frente de mi blog y es todo un orgullo.

y leido... un lugar donde aprender de la mano del amigo Welles y que me trae reminiscencias de aquellas excelentes Campanadas a medianoche.

Miguel Zueras nos acerca a la literatura, al cine y a la vida en mi Barcelona natal, envolviéndolo todo en unas portadas que hablan por si mismas.

Con clara referencia a El resplandor, el amigo Jack ha sido sin duda un gran estímulo para mi y sus comentarios me alentaron en esta aventura de compartir mis vivencias cinéfilas con ustedes.

de la amiga Lala, cinéfila empedernida como ella misma se define es un lugar agradable y muy fresco donde se habla de cine con profesionalidad. Por cierto, la estoy echando de menos.

A Patri la conocí casi al tiempo que a Lala. Su blog nos acerca al buen cine, de forma amena y documentada. Y como a Lala, también empiezo a ponerle falta. The holidays sin duda...

David ha sido también compañero de etapas en esta travesía bloguera, su blog es una visita obligada y no exagero si afirmo que los temas que se exponen están excelentemente documentados

Debería premiar por sus muchísimos méritos a EL APARTAMENTO EN PARÍS y a NENÚFARES EFERVESCENTES, pero como ya lo ha hecho Atticus, dejo el premio número 10 para:

PREMIO HONORÍFICO A TÍTULO PÓSTUMO: 


Anro: Aunque tú no estés, siempre nos quedará tu blog y tus abrazotes.

Gracias a todos por estar ahí y especialmente a Atticus y a su excelente  Adivina quien cocina esta noche por haberse acordado de este blog

Aquí dejo los requisitos para los ganadores:

-Anunciarlo en una entrada de tu blog.
-Premiar a otros 10 blogs amigos y avisarles.
-Poner un enlace al blog que te ha otorgado el premio.

-Compartir tu frase preferida y explicar por qué te gusta.



Felicidades a los amigos premiados.



















miércoles, 14 de septiembre de 2011

COMO CASARSE CON UN MILLONARIO (JEAN NEGULESCO - 1953)



Entretenida aunque intrascendente. Me quedo con lo primero. Una película como esta es un oasis en el desierto de las trascendencias. ¿Qué no es perfecta? No importa salvo que se busquen perfecciones. ¿Qué ha envejecido? Y quién no. Tampoco importa mientras las esculturas y los contoneos de Marilyn Monroe sigan en nuestros televisores. Si lloramos por las carencias las lágrimas nos impedirán ver las estrellas.

Pues de tres estrellas se trata, Marilyn, Lauren y sus ojos, y Betty Grable, féminas con fundamentos pero no demasiado ricas, que queman sus naves alquilando un apartamento de lujo donde esperan codearse con la jet. Claro que, teniendo tan reservado el derecho de admisión a magnates del petróleo o similares, la inversión inmobiliaria arrastra pérdidas más que beneficios por lo que se hace necesario el empeño en los montes de piedad USA de todo lo fungible, comenzando por el piano y terminando por la banqueta de la cocina. ¡Pero esto es cine, señoras y señores! Y llegan los millonetis cargaditos de paquetes, cual magos de Oriente…

El afortunado encuentro de Loco Dempsey (Betty Grable) con un rico ganadero en convención – por lo que vemos habitualmente las convenciones son una especie de deporte nacional norteamericano donde los invitados echan canitas al aire, se toman algún whisky que otro y se supone que debatirán de algo- da el pistoletazo de salida a unas relaciones sociales de las tres modelos con el mundo del petrodólar. Claro que no es oro negro todo lo que reluce. Y algún desengaño que otro se llevan.

Me niego a jugar al tres en raya y poner a una actriz antes o después que otra. Bien las tres. Dejemoslo así. William Powell, nuestro hombre delgado de siempre, bigote y clase habitual. Fred Clark y Cameron Mitchell correctos. Por descontado la música de Alfred Newman, la fotografía de Joseph MacDonald y la dirección de un Jean Negulesco de quien recordamos De amor también se muere, Regresaron tres o Belinda.

No puedo obviar dos detalles que probablemente conocerán. Aunque la primera película estrenada en cinemascope fue The robe, la primera en filmarse fue esta. Los 6 minutos introductorios con toda la orquesta contenida en la pantalla y el propio sonido de de Alfred Newman son una demostración, así de entrada y como quien no quiere la cosa de las posibilidades de esta técnica fílmica y de la espectacularidad de la estereofonía. Escenas como la de los espejos con una Marilyn multiplicada o escenas donde el cuerpo tendido de las actrices ocupa la totalidad de la pantalla, resultaban impactantes y la película tuvo una buena acogida y rentó beneficios.

Lo segundo son los guiños de algunas frases a otras películas o situaciones. Por ejemplo la frase de Lauren Bacall a los hombres que le gustan, mayores como el de La reina de África (su marido Bogart), las alusiones a los diamantes en el caso de Marilyn o el reconocimiento de la voz de un artista radiofónico por Betty Grable (su propio marido).

Si, entretenida. ¡¡Rien ne va plus!!

Puntuación: 7,55




sábado, 10 de septiembre de 2011

BLOW-UP (MICHELANGELO ANTONIONI - 1966)


Para evitar equívocos, les anticipo que voy a puntuar esta película con 8,50, aunque estemos en el año 2011 y muchas de las cuestiones que Antonioni nos propone hayan quedado hechas unos zorros con el paso del tiempo. Los megapíxeles, la HD o el 3D han hecho que la película sea poco inteligible para unas nuevas generaciones que pueden perderse entre cuartos oscuros, revelados y ampliaciones y a las que hemos malacostumbrado con un cine, salvo honrosísimas excepciones, masticado y digerido.

Me mantengo firme en mi idea de que al cine no hay que ir con un manual de instrucciones donde se encuentren las claves para entender la película, pero ello no es óbice para que nuestras células grises hagan un poco de ejercicio y reflexionen. Este es el caso. Un partido de tenis-mímica, una bola imaginaria y el acto de devolverla a la pista, son el in crescendo de una música coral que ha estado presente durante toda la película recordando de forma monocorde que no existe una realidad absoluta sino una realidad con la relatividad de haber sido filtrada por seres humanos distintos y heterogéneos. Si buscamos la lógica de lo absoluto y de lo contundente, la película es un sinsentido total. Si nuestra mente está abierta a cualquier cuestión por fantástica que resulte quizás aprehendamos algo de la idea original de Cortazar autor de la novela corta “Las babas del diablo” en que se basa el film, o del propio Antonioni.

Si tuviese que elegir una escena como la clave del film, esa especie de Código da Vinci capaz de poner en orden todo lo que nuestros sentidos han ido captando a lo largo de dos horas de proyección, elegiría sin duda ese instante en el que un pintor abstracto encuentra el sentido a su obra. Los puntos, los trazos o los colores no tienen entidad propia hasta que alguien parece encontrar un rostro o una pierna entre la obra inicialmente informe. ¿Qué es lo real? ¿Nace o se hace? No. No estoy predicando una filosofía del absurdo, y quien vea la película me entenderá.

En el aspecto puramente formal estamos ante un film colorista, bien trabajado fotográficamente, tanto en exteriores como en interiores, buen escaparate para Vanessa Redgrave, Sarah Miles o la misma Jane Birkin , donde destaca la interpretación de David Hemmings y que recoge algunos de los rasgos identificadores de aquellos años 60 especialmente por lo que se refiere a un cierto status social que se mueve entre sexo, drogas y rock and roll, con vestidos con formas geométricas y colores chillones, el mundo de la moda con sus mitos y sus erotomanías. Las blusas de quita y pon, los pantys super deslizantes… Un mundo y una sociedad que el tiempo ha apolillado en exceso, aunque de este pecado nadie anda libre y nuestra hermosa sociedad actual recién salida de la lavandería acabará con la misma polilla con mayor rapidez.

En definitiva, una película abierta, antes y ahora, a la posibilidad de interpretaciones y debates. Film de culto, de cine fórum o de aquella “Clave” de Balbín, pero también de ¡Que grande es el cine! de Garci. Una película que no puede condensarse en el post de un aprendiz de cinéfilo como quien suscribe y que necesita más del tratado que de la octavilla. Una película que, más que dar soluciones, da que pensar…

Puntuación: 8,5

martes, 6 de septiembre de 2011

LA MUJER MARCADA (LLOYD BACON - 1937)


La mujer marcada - no confundir con Una mujer marcada, de Danniel Mann y que le valió el Oscar a la mejor actriz a Elizabeth Taylor – es una excelente película de Lloyd Bacon (La calle 42) con participación en el guión de Robert Rossen (El buscavidas) que, basándose en la historia real de Lucky Luciano y su red de prostitución, narra la historia de un grupo de “señoritas de compañía” o “animadoras”, como prefieran, - prohibido decir prostitutas – empleadas de un local de diversión y juego clandestino al servicio de Johnny Vanning mafioso neoyorkino que al frente de una banda de matones y gangsters se dedica al amiguismo, a la extorsión, el robo, el mangoneo y otras perlas de tal jaez, así como a llenar el rio Hudson con los cadáveres de aquellos que cruzan en su camino.

No podemos negar las excelentes condiciones del cine para formar opinión o manipular a las masas, especialmente en aquellos años en que se cantaba aquello de “la televisión pronto llegará…” En el cine norteamericano se pasó de un cine-reality donde los gánsteres campaban a sus anchas y la Ley mirando al mar, a un cine “abeja Maya” es decir país multicolor donde los polis son honrados e incorruptibles. Probablemente y como casi siempre la verdad, de existir, estará en el término medio. En cualquier caso la Warner B. vendió una imagen de respeto a la justicia y de fuerza femenina muy en la línea de la nueva imagen que en la sociedad estaba adquiriendo la mujer.

Hablando de fuerza, ¿Quién mejor que Bette Davis para interpretar a una animadora con la personalidad suficiente como para no doblegarse ante nadie? Una actriz que se las estaba teniendo tibias con la Warner, “pleitus habemus” por no ofrecerle papeles a su altura. La resolución del conflicto en los tribunales no fue tan favorable a la artista como este papel que supuso uno de sus primeros éxitos incluso premiado con la Copa Volpi en Venecia a la mejor actriz. A su lado un Bogart que por aquellos tiempos solía andar en el otro lado de la calle, en el de los delincuentes, generalmente de medio pelo y que aquí interpreta al fiscal del distrito que puso entre rejas a Vanning en clara repetición de cómo Thomas E. Dewey encerró a Luciano.

Sin ser una película perfecta, Marked Woman tiene dos “tempos” espectaculares. Por una parte, su inicio. Desde los títulos de apertura hasta el primer y fallido juicio. La exposición de motivos del mafioso ante las empleadas de su local es de una rotundidad y claridad pocas veces vista en el cine. Las argucias y habilidades de las chicas a sueldo, con sus clientes, los signos utilizados en la “organización”, el baile, el juego, el champán corriendo, las deudas, el río… nos mantienen atentos. La trampa al fiscal también. Después se entra en una fase melodramática destinada al ablandamiento: La hermana inocente de nuestra heroína cuyos estudios son pagados con el sudor de su cuerpo y a la que hay que mantener en la inopia de lo que ocurre. Por último y mejorando llegamos a la fase final donde los mafiosos tienen encogida la salva parte y se produce el inapelable juicio que concluye, igual que en el caso Luciano, con una condena entre 30 y 50 años, sin condicionalidad ninguna “si les ocurre cualquier cosa a las cinco testigos”. De esta forma culmina una película que como el libro gordo de Petete enseña y entretiene y donde la presencia de dos grandes actores Bette Davis y Humphrey Bogart que también actuaron juntos en El bosque petrificado y alguna otra, es un atractivo adicional para quienes amamos el buen cine.

Antes de puntuar, les cuento un detalle que también ha condicionado mi valoración: Para representar las escenas del hospital con la cabeza vendada después de la brutal paliza recibida, Bette Davis no se conformó con los mínimos vendajes que la favorecían sino que acudió a un doctor para que la vendase conforme a las heridas virtualmente recibidas. A su vuelta a los estudios apenas fue reconocida… Su imagen en pantalla resultó sobrecogedora y lamentable.

Puntuación: 8,00





viernes, 2 de septiembre de 2011

ADIEU POULET (PIERRE GRANIER-DEFERRE - 1975)


Adieu Poulet es algo así como un Arma Letal a la francesa. Así escrito, la cosa nos parece clara y meridiana, salvo que nos cuestionemos lo de “a la francesa”, porque entre los Estados Unidos de Norteamérica y Francia existen, además de La Marsellesa, la bandera o la tortilla, otras diferencias. El chauvinismo no es identificable con el orgullo de los yanquis del mismo modo que los valores de una Europa agrietada por siglos de historia no pueden colocarse como si de deuda pública se tratase en los mercados de una, relativamente, nueva América.

Pero sí, la cosa va de policías complementarios. El ortodoxo (Lino Ventura) y el modernista (Patrick Dewaere) o lo que es lo mismo, el íntegro y el predispuesto a aceptar regalos o el reflexivo y el alocado, que todas las calificaciones se ajustan a sus distintos caracteres. Sin embargo, la fuerza – permitánme redundar – de Fuerza Letal está en eso precisamente, en la química complementaria pero integral entre los dos polis interpretados por Dany Gloover y Mel Gibson, mientras que en Adieu Poulet el interés se centra en una historia de corrupción y violencia política donde los comicios, las campañas y precampañas electorales son un campo de batalla teñido literalmente de sangre. Los actores se lucen en tanto sus personajes se erigen en parte fundamental de los acontecimientos y su mérito está en hacerlos creíbles. No son dos actores-escaparate a lo Borsalino sino dos peones de una gran historia que bordan su trabajo.

Grande Leferre, de quien tengo pendiente de comentarles Le Chat, me parece un excepcional director. Es cierto que la historia es buena pero también lo es que el cine político junto a grandes títulos tiene grandes empachos. Las corruptelas, sean trajes, concesiones y otras prebendas así como aquello de favor por favor están tan a la orden del día en las televisiones que reencontrarlo en el cine produce cierto hastío, pero Leferre le sacó partido gracias a un guión ágil y sin demasiados giros enrevesados, donde las concesiones a la espectacularidad son pocas y donde las muestras de ingenio especialmente en los diálogos son muchas.

La trama podría resumirse en la muerte de un policía y un civil a manos de los gorilas de un candidato político. La no asunción de responsabilidades. El apoyo de las altas esferas inclusive los mandos policiales. La integridad del comisario en el cumplimiento de su deber incluso contra sus superiores. Las artimañas legales para retirarlo sin publicidad del caso. Todo ello nos suena. Pero Leferre le da una vuelta de tuerca final a la historia de forma que cuando el policía es reclamado por todas las partes de un conflicto que se ha disparado éste tomando el altavoz dice…

Mejor lo averiguan que no me gusta destripar.

Y “Adieu Poulet” que en castizo sería algo así como Y tararí que te vi…

Puntuación: 7,45




domingo, 28 de agosto de 2011

THE CROOKED WAY (ROBERT FLOREY - 1949)


Para encuadrar un film dentro del término universalmente aceptado de cine negro resulta no imprescindible pero sí muy necesario cumplimentar un cuadrante respondiendo sí o no a preguntas relacionadas con oscuridades y sombras, detectives sin un penique, desajustes personales, gangsters, garitos y vamps, y tipos que, sin comerlo ni beberlo se meten o son metidos en problemas. Según el resultado del test y sumadas ciertas técnicas fotográficas heredadas del expresionismo alemán, podremos decir con alguna probabilidad de acertar si estamos ante un noir original o un sucedáneo.
The Crooked Way superó el test y me arriesgo a catalogarlo como noir del bueno. Ello a pesar de un John Payne que, no sé si por tener un nombre que sugiere una errata tipográfica o por una cierta cara de no enterarse de nada, no acabó de convencerme en los trabajos previos que había visionado de él, algunos dirigidos por Allan Dwan. Es cierto que a un excombatiente que ha perdido la memoria como consecuencia de una herida en el cerebro se le supone cierto desconcierto y Payne da la imagen. Dejando atrás ironías, su trabajo es excelente, cuando menos al nivel de sus compañeros de reparto, Ellen Drew, Rhys Williams o Percy Helton. La sobreactuación de Sonny Tufts en la escena final deja, no obstante, apuntes de gran calidad interpretativa.
La historia puede resumirse en la búsqueda de la identidad de un excombatiente de la II WW que a tal fin se desplaza a Los Ángeles, lugar desde donde se alistó en el ejército, y donde, en el mismo momento de su llegada, es detenido y llevado a dependencias policiales. A partir de ahí, una serie de coincidencias le llevarán a formarse una idea de sus presuntos antecedentes delictivos y deberá enfrentarse a quienes ven en su regreso una oportunidad para la venganza.
La película tuvo sus críticas y debió ser retocada por problemas de excesiva violencia. Hoy nos parece bastante nimio pero la escena en que Eddie Rice es golpeado y posteriormente empujado hacia abajo por la escalera de incendio debió ser eliminada para pasar la censura. De cualquier modo sería interesante un debate sobre la violencia explícita perseguida y la implícita consentida. En este mismo film, el interrogatorio al delator Kelly y su tan previsible como oculto final son ejemplos de violencia en alto grado sin que apenas exista daño en la retina de los espectadores ni en el pacatismo de algunos sectores de la sociedad americana.
Destacar también la fotografía de John Alton. En un film noir, los blancos y los negros así como los enfoques precisos contribuyen a crear su ambiente característico, urbano y opresor. En este caso el desconcierto por la amnesia tampoco era fácil de filmar. Alton lo supera todo y con una nota elevada.
En muchos artículos anteriores me he repetido hasta la saciedad afirmando que entre las películas de serie B hay mucha calidad. Este es uno de los casos.
Puntuación: 7,25