martes, 31 de julio de 2012

LA CIUDAD SUMERGIDA (JACQUES TOURNEUR - 1965)



Por Jacques Tourneur siento auténtica devoción. Me considero un devorador de su cine y aunque este blog no recoja todas mis valoraciones puedo asegurarles que he visto un gran número de sus películas. Por tanto La ciudad sumergida era un film de visionado imprescindible y aunque debo adelantarles que no me ha gustado, la categoría de Tourneur no solo ha salido indemne sinó incluso reforzada.

 Y es que el francés además de buen cineasta era un hombre práctico que aceptaba casi todos los encargos que se le ofrecían sacando partido de auténticos infumables. Sin embargo en el caso que nos ocupa la cosa se complicó bastante. El argumento trae su origen de un poema de Edgar Allan Poe que si ya de por si era difícil de trasplantar a la pantalla, mucho más cuando se le añaden referencias a La sombra sobre Insmouth de H.P.Lowecraft. Sin embargo el reto no desanimó a Charles Bennett, acreditado guionista de obras tan acreditadas como El hombre que sabía demasiado, Blackmail o Las minas del rey Salomon, quien conformó un guión ciertamente trabajable (de hecho la primera parte de la película ofrece expectativas mas que interesantes). Pero la productora AIP no estaba por la labor y pretendía obtener el máximo beneficio a coste 0, vamos como hacer croquetas con las sobras del cocido.

 Así, entre reutilización de decorados-Corman y tijeretazos aquí y allá (al mismo Bennett se le propone viajar a Inglaterra con “dietas” de risa y claro la carcajada del guionista fue estruendosa), la cosa acaba con otro escritor al frente del proyecto al tiempo que se añadían toques Jules Verne y hasta un ridículo pollo llamado Herbert y así nos encontramos al bendito Tourneur filmando lo infilmable.

Como consecuencia tenemos el último trabajo de Jacques Tourneur y el peor de toda su filmografía. Y si la cosa no va a peores es gracias al propio director y a un gran actor como Vincent Price que deja su impronta en todo lo que hace y que había trabajado con Tourneur en La comedia de los horrores, una genial comedia que recomiendo vean con la disposición a pasar un rato desenfadado y preferentemente en dos sesiones puesto que en la primera, rara vez se aprehenden todos sus matices humorísticos. Esta no, esta es una historia para pasar página y ser indulgente con un Tourneur al que le vendieron la burra y como diría un castizo se la metieron doblá. 

Puntuación: 6,00 (con generosidad y porque la mano irrepetible de Tourneur obliga...)

viernes, 27 de julio de 2012

INCENDIES (DENIS VILLENEUVE - 2010)




Durante 130 minutos la variable tiempo ha estado desaparecida en el combate de los grandes argumentos. ¿Quién me ha robado 130 minutos del mes de Julio?: Denis Villeneuve quien ha perpetrado un robo con alevosía y me ha despojado de más de dos horas de mi existencia con mi total y absoluta complacencia. Me ha manipulado hasta abducirme y, cuando finalizada la película, ha abierto las rejas de la prisión donde estaba encerrado, me he resistido a la liberación, completamente perdido y desubicado en un mundo que hasta aquel momento consideraba seguro y sobre todo racional.

La película exige reflexiones posteriores. Uno no puede, acto seguido,  apagar el televisor y ponerse a jugar al parchís o sintonizar cadenas “de luxe”. Bueno, poder se puede, pero a poco que la vida haya respetado nuestra capacidad de sentir, no lo haremos. La imagen de Nawal Marwan y sus hijos, se interpone entre nosotros y una cotidianeidad que de pronto se nos ha vuelto vulgar al lado de tragedias griegas de este calado. Y a esa reflexión seguro que le incorporamos la capacidad del director canadiense para llevarnos y traernos a su antojo, moldeando nuestros desconciertos y socavando nuestras seguridades así como su técnica narrativa donde a base de flashbacks une un presente inmovilista a un pasado que se eterniza inmutable (la escena del autobús recorriendo el mismo camino es ilustrativa de esto que les digo).

La voluntad postrera de una mujer es la clave que enfrenta a sus hijos con un pasado duro como la propia vida en países destrozados por la religión y la intransigencia, donde a los niños se les rapa el pelo y aprenden a leer con el manual del francotirador, donde la gente aprende a callar y a morir. La búsqueda de un padre que se creía muerto y de un hermano desconocido es el leiv-motiv de una historia sorprendente, posiblemente demasiado increíble, que acaba dejándonos tocados, porque a pesar de saber que lo que hemos visto es casi imposible que se de en la realidad, los hechos son tan fuertes, lo vivido tan horrible (la madre arrodillada frente a un autobús en llamas) y tan difícil de asimilar ese Uno más uno igual a uno, que se nos olvida cualquier ley de probabilidades y otros conceptos estadísticos.

El final es acongojante y aunque tengamos la sensación de que Villeneuve juega con nosotros especialmente en la segunda mitad del film a través de giros del guión tan sorprendentes como cinematográficamente efectivos, no puedo por menos de calificar muy positivamente este film del que, bastantes horas después de finalizado, aún no me he repuesto.

Puntuación: 9,00

martes, 24 de julio de 2012

SILLAS DE MONTAR CALIENTES (MEL BROOKS - 1974) -





¿Qué debo pensar de una película calificada como comedia que no consigue inmutar mis músculos risorios más allá de un par de ocasiones? ¿Es una mala comedia? ¿Soy yo el espectador inadecuado?

Ciertamente,  la cuestión no es baladí, especialmente si tenemos en cuenta la opinión de críticos y de páginas web especializadas. Así, Filmsite inicia su extensa reseña de este film con estas palabras: “ The iconoclastic, not-politically-correct Blazing Saddles (1974) is one of Mel Brooks' funniest, most successful and most popular films” Y mi risorio sin moverse: ¿Que me pasa doctor?

Igual que digo una cosa digo la otra. Así en Filmaffinity se lee” Brooks, rey de la parodia hasta la llegada de Nielsen, se ríe de los westerns clásicos. Algún buen golpe no la redime de su flojera" (Javier Ocaña: Cinemanía)” Gracias sean dadas a Javier Ocaña por haberme reconciliado conmigo mismo y comprobar que no soy la única voz que clama en el desierto. Cuando menos seremos dos en la visita al especialista por lo que, probablemente, nos haga alguna rebajita en estos tiempos de crisis y recortes.

De todas formas, y pidiéndoles disculpas por esta inusual crítica, uno se plantea ¿Hay tanta gente equivocada? O dicho de otra forma: ¿Qué tiene el agua para bendecirla? Llegados a este punto es inevitable entrar en el terreno de las valoraciones personales que, por supuesto, no tienen porqué coincidir con las de ustedes, pero les anticipo que aceptaré de buen grado todas aquellos comentarios positivos y favorables al film de Brooks. Este blog, es un espacio de dos direcciones, y el feedback que recibo de ustedes nunca cae en saco roto.

De Brooks me gustaron Máxima Ansiedad y muy especialmente El jovencito Frankenstein, genial parodia del cine de terror y de uno de los iconos sagrados del género. En Sillas de montar calientes se parodia otro género mítico, el western, y probablemente, desde la óptica del espectador americano, se haga bien, pero el mensaje al españolito de a pie se nos vuelve críptico e ininteligible. Salvando ciertos guiños cinéfilos no demasiado difíciles – Marlene Dietrich como cantante de salón (Destry rides again) o el “hate-love” en los puños del Mitchum de La noche del cazador, aquí, un Yes/No en las grupas de un cabestro – el resto resulta demasiado confusos en este lado del océano, y en la medida que la película y el espectador anden en distintos plans astrales, el humor, preciso de cierta complicidad, anda kaput en combate.

Además de una clara posición racista, Sillas de montar calientes, extiende sus tentáculos al nazismo, a la crítica política, al cine escatológico y a mi parecer desagradable, al sexo y a la homosexualidad, a la intransigencia, al cine dentro del cine, al musical o al sionismo entre otros muchos objetivos, a la vez que ofrece lecturas difíciles para los comunes mortales no USA: Referencias a Mae West, Cabaret o El tesoro de sierra Madre, difíciles de pillar, o el acento yiddish de un gran jefe indio, lo que en versión doblada resulta meritorio detectar.

Ni me reí del banquete de judías, ni del sheriff agarrándose de la nariz, ni del político en la bañera buscado su ranita. Me hizo sonreir una referencia, clara eso sí, al gran Randolph Scott y una original escena digna de los Lonely Toones. Poco arroz para el mucho pollo que se presumía.

Probablemente, los entendidos alabarán la originalidad de Brooks en su parodia. Aunque sus guiños, gags y tics me resultan desconocidos en su mayor parte, acepto calificar con un 8 esta faceta de la película. Pero, un par de muecas de sonrisa, confieren un 2 en el apartado de comedia de ámbito extranorteamericana. El promedio pitagórico nos da un 5 con lo que se va servida y dando las gracias.

Puntuación: 5,00


miércoles, 18 de julio de 2012

NACIDA AYER (GEORGE CUKOR - 1950)




La filmografía de Cukor, como la de cualquier otro, tiene obras menores. Sin embargo Nacida Ayer no hay que catalogarla como tal. Es cierto que no alcanza el nivel de Historias de Filadelfia, pero ello no debe desacreditarla sino todo lo contrario. Las 5 nominaciones a los Oscar (película, director, actriz, guión y vestuario en blanco y negro) e incluso la concesión de la estatuilla a Judy Holliday como reconocimiento a la mejor actriz del año no acostumbran a recaer en obras menores, por mucho que podamos hablar largo y tendido de los oscuros intereses de los premios de Hollywood.

Y ahí quería yo llegar, al acierto o no de la concesión del premio a Judy Holliday por delante de actrices como Bette Davis (Eva al Desnudo) o Gloria Swanson (El crepúsculo de los dioses). Sinceramente, si me hubiese encontrado en la tesitura de colocar mi voto en una de las tres urnas, hubiese lamentado amargamente la inexistencia de una categoría específica para la mejor actriz de comedia, y así las cosas hubiese votado por la gran Bette. Por eso mismo, el Oscar a Miss Holliday es un premio que aplaudo y suscribo. Por lo que hace a Miss Swanson el galardón merecido hubiese sido honorífico, reconociendo, eso sí, su buen trabajo en el film de Wilder.

Nacida ayer tiene su origen, como tantos otros films en una comedia teatral de éxito que permaneció en Broadway durante más de 1.400 representaciones y que estaba interepretada por Paul Douglas y la propia Holliday quien se hizo con el papel trás la enfermedad de su intérprete original Jean Arthur. Harry Cohn, jerifalte de Columbia Pictures trató de hacerse con los derechos cinemátograficos de la obra, pero George Kanin, autor y director, se negó a venderselos “ni por un millón de dólares” (al parecer existían rencillas antiguas entre ellos). Pues bien, un desafiante Cohn puso sobre la mesa ese millón de dólares y se hizo con los deseados "rights"

En un principio se piensa en Rita Hayworth y Humphrey Bogart para los papeles principales pero la boda de Rita con Ali Khan y la negativa de Boogie obligan a un cambio de planes, ofreciéndose el trabajo al propio Paul Douglas quien lo rechazó al ver los cambios en el guión que reducían su papel en beneficio del de su partenaire. En cuanto a ellas se piensa en Barbara Stanwyck, Ida Lupino y algunas otras, incluso se hace un test a Marilyn Monroe. La opción Judy Hollyday no es aceptada por Harry Cohn quien la califica de judía y gorda, no siendo hasta unas pruebas que se la realizan con ocasión de La costilla de Adán cuando Cohn acaba dando su brazo a torcer. El papel masculino acaba siendo para Broderick Crawford que venía de hacer El Político y el papel de periodista y tutor para William Holden, cuyo personaje es rotocado respecto de la obra original con la finalidad de darle un empaque acorde a su categoría.

La película narra la historia de un magnate de la chatarra (Crawford) que se desplaza a Washington en busca de contactos políticos que respalden sus intereses empresariales. Le acompaña una amiguita rubia de rudimentarios modales (Hollyday) a la que, a lo Pigmalion, hay que educar, labor que se confía a un periodista un tanto “liberal” (Holden). La consecuencia es que al educador parece írsele la mano y la educanda acaba sabiendo más de lo que debe.

Film no exento de controversias y punto de mira de todos esos comités americanos que veían brujas y comunistas por cualquier lado, además de la habitual censura represiva de escotes, refajos y frases inapropiadas. A mi parecer lo que en verdad debía haberles preocupado era esa especie de “operación malaya” con sus sobornos y corruptelas que era la línea argumental básica de la película.

Algunos momentos geniales como la partida de gin rummy o el primer encuentro con el senador y su empaquetada señora, quedan en el recuerdo de un film entretenido e interesante de un grandísimo director: George Cukor.

Puntuación: 7,85







jueves, 12 de julio de 2012

FRENCH CONNECTION (WILLIAM FRIEDKIN - 1971)




Con el cambio de espinacas por manzanas de caramelo, barco pesquero por coche policial y flacucha Olivia por ocasional ciclista de botas rojas, les presento: “Aquí, en su pantalla: ¡¡El famoso Popeye!!". El terror de los minoristas de chichinabo y la mosca cojonera de los jerifaltes del tráfico de estupefacientes. Un cop al estilo Callaghan (aunque nuestro Harry se estrenó posteriormente) y un año, 1971, en que la televisión pronto había llegado y con ella personajes como el teniente Colombo o Simon Templar el Santo, y series como Ironside o 77 Sunset Street. Este era el marco. Un marco al que hay que sumar películas precedentes como Bullitt con una de las persecuciones automovilísticas más espectaculares que ha dado el cine (y ha dado unas cuantas) o Cowboy de medianoche.

Un ambiente ciertamente propicio para un film que obtiene cinco Oscars de un total de 8 nominaciones, incluyendo mejor película, mejor director (William Friedkin) y mejor actor (Gene Hackman). La créme de la créme de los premios en una añada de vinos interesantes (La naranja mecánica o El violinista en el tejado). Tampoco es ajeno al impacto social de esta película, el hecho de que en los años 60 se produjera el despegue del problema de la drogadicción asociada a movimientos juveniles culturales y antisistema, como el fenómeno “hippie”, al que pusieron música entre otros, Scott Mackenzie, Joan Baez, Janis Joplin, el mismo Jimi Hendrix, o los propios Beatles especialmente con su séptimo album Revolver.

Hasta aquí el entorno sociológico en el que se realiza y estrena French Connection, una película que, debo reconocerlo, me impactó cuando allá por los 70 la vi por primera vez y de la cual siempre ha guardado un excelente recuerdo, especialmente grabada en mi memoria la persecución de Fernando Rey por Gene Hackman. Seguramente en aquel momento justifiqué sobradamente los galardones que se le otorgaron. Hoy, cuestiono algunos de ellos pues tan solo uno ha superado para mi la prueba del nueve, o sea el test del paso del tiempo, el reconocimiento a Gene Hackman como mejor actor. Eso sí, la escena de la persecución, con su juego de disimulos y las carreras coche-ferrocarril, siguen estando ahí entre los mejores momentos de la historia de este arte.

Para quienes no hayan visto el film les diré que en resumen estamos ante una pareja de polis (bueno, malo: Roy Scheider, Gene Hackman) quienes, un tanto por aburrimiento y otro tanto por casualidad, investigan a un sujeto con mucho alarde de billetes grandes. Sus pesquisas acaban conduciéndoles hasta un gran negocio de tráfico de drogas dirigido por Alain Charnier (Fernando Rey) francés residente en Marsella y bon vivant por devoción. Entre Manhattan, Brooklyn y Washington DC se produce una caza sin cuartel.

Sobre esta línea argumental básica podemos encontrar otras más accesorias pero no por ello menos interesantes. Así, los desenfrenados métodos de Popeye Doyle son cuestionados incluso por sus propios compañeros, habiéndole costado la vida a algún agente policial. También el contraste entre ambos protagonistas (Doyle, Charnier) absolutamente dispares en sus comportamientos. Brutalidad contra distinción, un espléndido banquete versus tentempié de bocata y cerveza. Quizás, en definitiva, la riqueza del mal contra el salario del bien. Es verdad que estas líneas secundarias no están especialmente “trabajadas” pero nos dejan un buen regusto y es fácil establecer complicidades con Popeye sobre todo si pensamos que tras el aspecto de gourmet y ese “discreto encanto de la burguesia” se esconde la lacra de la droga.

Es verdad que el tiempo le ha pegado un zarpazo serio a este film, pero no ha podido quitarle lo sustancial, el trabajazo de Hackman y el inigualable juego del gato y el ratón. Lo demás se entremezcla en nuestros recuerdos con series televisivas a go-go y otros thrillers urbanos, pongamos que hablo de Don Siegel, Eastwood, Stallone and company.

Puntuación: 8,00


lunes, 2 de julio de 2012

EL PUEBLO DE LOS MALDITOS (WOLF RILLA - 1960)




Resulta un tanto complicado encuadrar un film como este. Por una parte parece que estemos ante un típico ejemplo de cine de terror pero a poco que reflexionemos algo más nos entrarán dudas sobre si clasificarlo en el género de ciencia ficción, o incluso, yendo todavía más lejos y, cogiendo un tanto el rábano por las hojas, en el cine político por las semblanzas arias de las “angelicales” criaturitas rubias. Así las cosas me decanto por encuadrarlo en un film de George Sanders pues el actor británico (nacido circunstancialmente en San Petersburgo) tiene denominación de origen propia y calidad acreditada. Y quiero aprovechar este momento para disentir de algunos comentarios leídos que lo consideran un actor de reparto, porque, con todos mis respetos para los llamados secundarios, el “truhán-señor” Sanders es un actor de primerísimo nivel.
 
Dirigida por un desconocido Wolf Rilla, El pueblo de los malditos es un film impregnado de esa inquietud generalizada por la posibilidad de vida extraterrestre que el cine, especialmente el norteamericano, explotó en la década de los 50. Películas como Ultimátum a la tierra, El ser del Planeta X, La guerra de los mundos, Llegó del más allá o, la más similar, La invasión de los ladrones de cuerpos, prepararon el imaginario colectivo de manera que el film de Rilla encuentra un terreno abonado para una propuesta que, lejos de ser convencional y tópica, resulta original y arriesgada.

Porque no puede calificarse sino de original un argumento en el cual, tiempo después de un inexplicable y simultáneo desvanecimiento colectivo, todas las mujeres fértiles y en edad de procrear, dan a luz a unas extrañas y especialmente hábiles criaturitas con pelucones rubios a lo Clayderman y una mirada capaz de conducir a la perdición a cualquiera que se les antoje antipático o especialmente molesto. ¡Ah!, y con el agravante de que pueden leerte el pensamiento. ¡A ver quien les engaña! Del mismo modo resultaba arriesgada una propuesta de concepción virginal, tanto que algunas de esas Ligas moralinas de nombres todos ellos similares y que tanto abundan en los EEUU impidió que se rodase allí, debiendo ser la más liberal Inglaterra quien acogiese el proyecto.

A mi entender, es un buen film de ciencia ficción psicológica cuyo terror deviene de la naturaleza maligna de unos seres que, enfundados en cuerpos de niños, dejan indefensa a una sociedad incapaz de atentar contra la “vida” de unos aparentemente tiernos infantes. Bajo ese barniz principal algunos han encontrado reminiscencias políticas, especialmente el temor a la infiltración comunista. Es posible que así sea, pero el sesgo primario del film no es otro que la posibilidad de que la vida exterior pueda adueñarse de nuestro planeta, y, en este sentido, la película no recurre a clásicas y socorridas naves interestelares sino a otra forma mas sibilinas de invasión.

Mención aparte para George Sanders en su papel de científico maduro e incrédulo de la posibilidad de haber engendrado un hijo a su edad. Bárbara Shelley como su esposa no precisa prueba alguna para conocer que su marido no es el progenitor de tan extraño vástago. Pero una cosa es cierta, ella ha sido el vientre y la madre, y eso marca

Aquí no hay spoiler, el resto se lo dejo para que lo descubran por ustedes mismos.

Puntuación: 7,25