jueves, 31 de enero de 2008

EL EXTRAÑO (ORSON WELLES - 1946)



Hace dos semanas ví y comenté Sed de mal y, claro, ¿qué quieren que les diga? No es lo mismo. ¡O.K.! Es de Welles, eso marca y tiene su pedigree pero ambas películas andan a años luz una de la otra. Pero como no me gusta ser odioso y las comparaciones lo son, voy a tratar de aislarme en lo posible de Vargas y Quinlan y dedicarme a valorar lo más objetivamente posible El extraño.

En primer lugar debo decir que encuentro desacertada la traducción de The stranger por El extraño. Vista la película parece más acertado haberla titulado El extranjero. En cualquier caso, The stranger es por encima de todo y de todos, Edward G. Robinson. El guión tiene su mérito, es indudable, pero estamos en el 46 y lo de la War World, victoria aliada incluida, estaba calentito, por lo que guiones así partían con ventaja en la línea de salida, por su parte Orson Welles aunque maneja los hilos con profesionalidad y maestría no tiene esa fuerza cinematográfica que le caracteriza y como actor está en una línea normalita, agradable de ver sin más. La prolífica Loreta Young no brinda una de sus mejores interpretaciones. Pero, ¡ah, señores! Robinson se basta y sobra para darle entidad a una película que sin él, probablemente, no hubiese sido la misma.

He leído de algún compañero de fatigas que Welles pensó en Agnes Moorehead para el papel de Wilson, interpretado por Edward G. Robinson por imposición de los productores. Y miren que me gusta, me encanta la Moorehead, a quien califiqué de sublime en El cuarto mandamiento, pero aplaudo la decisión adoptada.

Aunque muchos quisieran obras menores como ésta, para Orson Welles, por cuyas venas no circulaba sangre sino cine, lo es. Y esto no es ninguna deshonra. Lo verdaderamente honroso es habernos dejado obras de la talla y el calado de Ciudadano Kane ó Sed de mal. Esos son sus poderes. Al Cesar lo que es del Cesar.



EL HALCON MALTES (JOHN HUSTON - 1941)


EL 10 NUNCA ES SUFICIENTE
El título de esta crítica debería ser Del material con que se forjan los sueños. Este sería su título típico, tópico y cantado por excelencia. Pero que quieren que les diga, uno muy original no es pero de vez en cuando lo intento, y por ello he retitulado esta crítica con la insuficiencia del sistema decimal de valoraciones, porque el diez se queda cortísimo para un peliculón como este que, sorpresas te da la vida, fue la opera prima de Huston. ¡Menudo comi enzo, por Dios!.



Claro que, el guión pone mucho de su parte, incluso más que la propia novela de Dashiell Hammett, autor por excelencia dentro del género de detectives escasos de fondos y a la caza de clientes. En las novelas de Hammett si no vas con cuidado acabas perdiéndote entre personajes dobles ó triples y motivaciones ocultas e inconfesables. Pero aquí no. Aquí la cosa tiene su claridad rayana en lo meridiano. Pero ¡Pásmense!, ¡el guión también es de Huston! ¿De verdad era novel?


Cuando le he tenido que dar palos a Huston se los he pegado ensañadamente. Lo del bodrio Casino Royale es buena prueba. Pero si hay que celebrarlo, como ahora, lo hago encarecidamente. Claro que, la cosa no queda ahí. Es que además está Bogart, ¿Misógino? Tal vez. ¿Magistral? Seguro. Está Mary Astor en, quizás, el papel de su vida. Y también encontramos un Peter Lorre con sus característicos ojos de huevo al plato,con gardenias en el ojal altamente significativas compartiendo armario (lo digo por aquello de salir del armario) con un Sydney Greenstreet, the fat man, bordando ambos sus respectivos papeles.


El retablo de expresiones, miradas, gestos, frases, y momentos varios que nos regalan todos estos actores es de tal magnitud que como dije al principio, el 10 nunca es suficiente.




domingo, 27 de enero de 2008

TRES VIDAS ERRANTES (FRED ZINNEMANN - 1960)



La película es algo así como La casa de la pradera, con más praderas que casas aunque eso sí, con muchísimas ovejas. Apta y apropiada para toda la familia, puede pasarse a las tres y media de la tarde sin problemas.

A destacar la excelente actuación de Debora Kerr en su papel de esposa cansada de tiendas de campaña y de carros y carretas. Su interpretación es de las que se recuerdan. Muy por encima de un Robert Mitchum que podría perfectamente tararear aquellas letras de Serrat “entre el cielo y el mar...vagabundear”. Pero Mitchum, está..., digamos, irreconocible. Quizás lo que sucede es que lo hemos encasillado tanto en papeles de “ aquí estoy yo, no hay problemas”, con sonrisa de superioridad incluida que, nos parece fuera de lugar en roles de padre de familia normalito, es decir, con las dificultades que tenemos los humanos. Aunque, para ser verdaderamente objetivo, debo decir que uno de los principales papeles de Mitchum en el que está soberbio no resuelve problemas sino que los crea. Hablo de la magistral Noche del Cazador de Laughton. Pero, a lo que vamos, aquí en Tres vidas errantes está regulin y un tanto fuera de lugar, aunque los regulines de Robert Mitchum serían maravillas para muchos otros.

Pero, entre floras y faunas australianas, por cierto excelentemente fotografiadas por Jack Hildyard y moralinas varias como aquella de que el dinero que fácil viene fácil se va ó aquella otra de que en el juego siempre se acaba perdiendo por lo que es mejor guardarse los cuartos en el bote del Nescafé, pues se pasa un rato muy agradable en familia comiendo palomitas .

Interesante la presencia de Peter Ustinov, actor que no necesita presentación así como la música de Dimitri Tiomkin a quien tampoco le hace ninguna falta. A ambos les sobra calidad.



UNA AVENTURERA EN MACAO (JOSEPH VON STERNBERG - 1952 )


Ser aventurero en Macao es algo así como ser mercader en Venecia ó pintor en Montparnasse (es obligado citar a Joaquín Sabina). O sea, que el título hispánico no deja de ser una redundancia. Y para redundancias valgan las de Jane Russell en una peli de cine noir con todos los elementos del género, a saber, ricos malos (el dueño del Casino), polis corruptos, vamps (por cierto además de la Russell hay que destacar a Gloria Grahame) y el típico inocente metido en líos (característico Mitchum). Vamos que la cosa va de buenos y malos, de cuchillos y pistolas, ¡ah! y todo bien acompañado de la típica historia de amor de los igualmente típicos chico y chica solitarios en busca de su destino, Eso si, se han sustituido las góndolas venecianas por los sampanes de Macao. Y las tarantelas han sido reemplazadas por el silbido de los cuchillos cortando la noche.

En cierto sentido, Macao recuerda bastante a Marocco, otra película de Von Sternberg, lo que sucede es que Marlene era mucha Marlene incluso para una Rusell avalada por uno de los hombres de cine por excelencia: Howard Hughes.


Vodevil y exotismo confieren rasgos comunes a estas dos películas que nos transportan como turistas de sillón ball por parajes de intriga y buen hacer. Y hablando de buen hacer sería injusto concluir esta crítica sin mencionar a William Bendix, actorazo donde los haya, así como a Nicholas Ray, director que, aunque no aparece en los créditos del film reconstruyó con maestría bastantes escenas.


Muchos motivos para no perdérsela.





miércoles, 23 de enero de 2008

ASALTO A LA COMISARIA DEL DISTRITO 13 (JOHN CARPENTER -1976)




Película de culto donde las haya. Serie B, pero con B de buena. ¿Obra maestra? Bueno, yo no diría tanto, pero en cualquier caso, excelente película y mucho mejor que su remake.


El género cinematográfico de las bandas violentas callejeras nos suele ofrecer una serie de bodrios repetitivos. Vista una, vistas todas. Mucho ketchup, moteras y moteros, interminables carreteras en desiertos de Arizona ó similares, pero dentro de esa miasma nauseabunda de actos violentos y enajenaciones mentales, en ocasiones encontramos rosas púrpuras del Cairo. Así, a bote pronto se me ocurre la primera de Mad Max, desiertos australianos incluidos ó esta de John Carpenter, donde la violencia no tiene ni origen ni motivo ni, por supuesto, pretende tener justificación. Y Carpenter filma hechos, no moralidades. Y los filma con tensión y con la fuerza necesaria como para que nos impacte, para que no nos quedemos impasibles. No juzga la violencia. Únicamente la muestra como fruto de una sociedad, la americana, en la que no todo son sueños y genuinos estilos de vida.


Buena música y excelentes diálogos. Buen diseño de los personajes, con rasgos definidos de humanidad por encima de apariencias canallescas. En definitiva, un muy buen trabajo de un director para el que la imaginación superaba al presupuesto.


MARRUECOS (JOSEPH VON STERNBERG - 1930)




Sin duda Morocco llevaba el camino de ser una película de tópicos. Legionarios libertinos, maridos engañados y mujeres fáciles se dan cita en un escenario típica y tópicamente norteafricano con mulas inamovibles, zocos, bazares y salas de diversión con su paisanaje selecto al estilo Café Rick en Casablanca.



Un joven y un tanto imberbe Gary Cooper encaja bien en este mundillo. Vamos, que resulta creíble. Y por descontado Adolphe Menjou, gran actor con mucho oficio, que nos ofrece una excelente interpretación en su papel de solterón cincuentón y millonario con aficiones pictóricas a la par que playboy en sus ratos libres.

¡Ah! Pero los tópicos quedan absolutamente superados con la presencia impagable de Marlene Dietrich quien convierte una película más en una película diferente, atípica y atópica (permítanme la expresión). Marlene llena la pantalla y ¿porqué no decirlo? los ojos de los espectadores. Sus actuaciones en el cabaret son una gozada, su gesto dactilar de despedida una invitación a no marcharnos nunca y esa indecisión suya entre el ni contigo ni sin ti, es tan previsible como cautivadora de nuestras voluntades.


Y ello sin explayarnos sobre esas dotes femeninas que, aun en los tiempos que corren en que se ha visto de todo, dilatan nuestra pupila más allá de lo convencionalmente correcto.

No resulta extraño que Von Sternberg la convirtiese en musa de sus deseos y, gracias a las muchas películas rodadas con ella convirtiese en diosa de los escenarios a esta walkiria wagneriana cuya voz grave y su piel germánica destilan, incluso hoy en día, sensualidad por los cuatro costados.








miércoles, 16 de enero de 2008

VIVA ZAPATA (ELIA KAZAN - 1952)





Hablemos de tandems: Por una parte y como pareja de baile, Elia Kazan y Marlon Brando, que, allá por los años cincuenta nos dejaron obras del calado de La ley del silencio y Un tranvía llamado deseo, juntamente con ¡Viva Zapata! y en el otro rincón del cuadrilátero tenemos a John Steinbeck, habitual también de Kazan. Ahí queda también para la posteridad, su colaboración en la mítica de James Dean, Al Este del Edén.

Reconozco la valía de Steinbeck, autor de Las uvas de la ira, magistralmente llevada a la pantalla por el maestro Ford pero puestos a elegir me quedo con Tenesse Williams y su tranvía Desiré. Y prefiero un buen Brando a lo Kowalski, camisetas sudadas incluídas a un buen Zapata con sombrero charro a cuestas. En cualquier caso, ambas interpretaciones, y si lo desean incluyan la de La ley del silencio, son excepcionales. Y digo más, Anthony Quinn, con Oscar y todo, esta bién, pero Brando está excelente. Así son las cosas y así se las hemos contado.

Pero como lo cortés no quita lo valiente, la película no me llega como lo hizo Un tranvía llamado deseo. Tal vez es que estoy comparando lo incomparable y busco en Zapata pasiones desgarradas o desgarradoras donde no las hay y lo que encuentro son parábolas como esa de que los héroes que mueren por el pueblo y sus convicciones se vuelven más peligrosos que cuando estaban vivos. Es verdad. No pongo en duda este tipo de cosas. Simplemente digo que la película de Kazan deriva hacia los cuentos morales de forma demasiado descarada. Recuerdese por ejemplo la escena donde Zapata rodea con un circulo el apellido de un campesino demasiado audaz. Tan audaz como lo fue él. Y ese instante mágico ilumina su conciencia un tanto apagada y le hace reaccionar. Como digo, cuentos morales.

Ahora bien, las películas de Kazan son películas de actores. Y esta lo es. Las interpretaciones son geniales. Y si además la fotografia es buena y la música acompaña bien, pues pasa lo que pasa, que vemos una muy buena película, que conocemos algo la historia de un pais como México y sobre todo que, por efecto de la moralina, nos levantamos de la butaca quizás un poco más humanos de lo que nos sentamos.



lunes, 14 de enero de 2008

EL LIBRO NEGRO (PAUL VERHOVEN - 2006)



Hay películas que nos reencuentran con el buen cine, el cine de calidad, con guiones consistentes, interpretaciones dignas (no necesariamente magistrales) y directores profesionales conocedores de su oficio. Ese buen cine que parece perdido y difuminado entre alharacas y efectos especiales después de los 70 y que de tanto en tanto y cual rara avis emerge de las aguas de la mediocridad.

Y resulta curioso que, estas excelentes películas que, como excepciones que confirman la regla de un cine que se viene deslizando por las pendientes de lo infumable, vengan siendo dirigidas por esa casta especial de realizadores de siempre, de toda la vida. Ahí están Coppola, Scorsese, Sam Mendes, el mismo Polanski ó como en este caso Paul Verhoeven. Es cierto que también se incorpora savia nueva, caliente y joven a este mundo del celuloide, explorando nuevos y sugerentes caminos. Pero, desgraciadamente, lo que más abunda son esos bodrios con mucha carrerita de coches, mucha chicha sin limoná, FX a discreción, software de ordenador trabajando a destajo y chica de cortas luces busca chico poco iluminado para vivir a lo loco, que a lo loco se vive mejor.

Esto es lo que abunda y por ello me refugio en mi igloo del cine clásico. Pero claro, de vez en cuando me animo y salgo de mi cueva y si consigo encontrarme con películas como El Libro negro de Verhoeven ¡realizada en el 2006 ! es algo así como hacer una escapadita al campo y sentir que aun existe el aire limpio y respirable.

El libro negro es una película bien construida sobre un guión magnífico en el que participó el propio Verhoeven y que, a pesar de los dobles e incluso triples roles que juegan determinados personajes, resulta clara y meridiana en sus planteamientos. Suspense, acción y dureza en justa medida como resulta inevitable en una película de nazis, conforman un excelente trabajo del director holandés que cuenta con una excelente y sensual Carice van Houten a la que evidentemente no habrá que perder de vista.



domingo, 13 de enero de 2008

SED DE MAL (ORSON WELLES - 1958)







Méjico, ciudad fronteriza : ¿Dónde estallará la dinamita? ¿Quinlan ó Vargas? ¿Cómo sabe que se trata de dinamita? ¿Intuición? ¿Corrupción?. El automóvil que circula , que se detiene en la barrera. ¿O somos nosotros quienes circulamos, quiénes nos detenemos? Welles (¿ Tiene cámaras en lugar de ojos? ) nos eleva, nos desplaza, nos desliza como en una montaña rusa. ¡No pares, sigue, sigue... ! ¡ Por Dios!, Welles genial. Inmenso. No son las chocolatinas, ni el aguarrás, ni el chili. No. Es talento. Llámenlo como quieran, pero es talento.

En Sed de mal no vemos cine. Vivimos cine. Corremos, andamos, subimos, bajamos. Existimos. Soñamos. Es una pesadilla, una nightmare con acento hispano, con cabezas de toro clavadas de banderillas, con un Charlton Heston de tez morena y bigotito a lo Jorge Negrete, con matones calvos y con bisoñé contando chistes malos, con una Janet Leight sublime y especializada en moteles de carretera con o sin cortinas en la ducha, con una Marlene Dietrich que, cada actuación suya parece recriminarme que aún no me haya regalado a mi mismo un ciclo de esta alemana super star en el que, por descontado deberá figurar El ángel azul.

¿La mejor realización de Orson Welles? Es difícil decirlo. Pero, sin duda, una de las mejores, a la par que una de las mejores movies de la historia, con sus luces, sus sombras, sus claroscuros, su barroquismo. ¿Los Robles ó Gotham ? ¿Tio Joe Grandi ó Joker? , con sui generis Quinlan... Volvamos a la civilización. Despertemos. La vida es pesadilla. El cine es Welles.



UN TRAVIA LLAMADO DESEO (ELIA KAZAN - 1951)



Estamos ante una película mítica donde las haya, de esas que no pueden faltar en los manuales del maravilloso invento de los Lumiére y que jalonan su historia, protagonizada por actores de primerísimo nivel que se ganaron a pulso, a fuerza de actuaciones como ésta, el que sus nombres figuren, en esos mismos libros, con letras de oro.

Vivien Leight no sólo será nuestra eterna Scarlata O,Hara sino también la mítica Blanche Dubois (nombre de hada), a Karl Malden no lo recordaremos solo por el padre Barry de La ley del silencio sino también por este Mitch enamorado (y desengañado) de Blanche y sobre todo y sobre todos, Marlon Brando para el que cualquier calificativo positivo que yo pueda decir no sería mas que una repetición de cientos de miles anteriores.

Tal vez una censura menos protectora de nuestras virtudes morales nos hubiese permitido comprender y saborear mejor esta historia de pasados que se fueron y realidades en las que hay que sobrevivir, donde todo consiste en caminar hacia delante so pena de encontrarte con la locura esperándote junto a la puerta de tus fantasías. A diferencia de la novela de Tenesse Williams donde los cabos (sexuales) no están sueltos, aquí no acaban de encajar.

Se nos ocultan datos por así decirlo. La dichosa y eterna censura cercena esos deseos que no sólo se escriben en el frontal de un tranvía sino en los ojos de frente a Blanche ó de Blanche frente a la mítica camiseta sudada de Brando. Que se escriben en el beso de Blanche al joven cobrador y que encierran un pasado que, siendo absolutamente clarificador para desentrañar la historia, se nos ha ocultado.

Este desconcierto, digámoslo así, respecto a ciertos detalles de la historia, resta algunas décimas a la valoración de esta película por la que Brando debió, sin ninguna duda, recibir el Oscar (aunque hubiesen tenido que conceder 2 aquel año).

Una joya del cine de todos los tiempos.








lunes, 7 de enero de 2008

LA JAURIA HUMANA (ARTHUR PENN - 1966)






Aun está por ver que nos traerá el nuevo año en cuestión de cine. Con toda seguridad algunas gotas de obras magistrales, un chorrito de pelis comerciales tipo Indiana Jones de aceptable calidad y bodrios al gusto del consumidor con muchos FX y persecuciones de coches a go-go.

Por ello, mientras llegan tales “prodigios” me contento con mi cine de antes, es decir, el de siempre. Ese que “me acompaña, como el amigo más fiel”. El que no me abandona, como el desodorante del anuncio. “Ellos nunca lo harían...” Ese cine que no me va a dejar tirado en medio de la carretera como si fuese una road-movie de medio pelo. Si. Estoy hablándoles de ese cine que se terminó, R.I.P., allá por los 70. Y algunas se colaron de rondón mientras se estaba colgando el “no hay billetes”. Gracias a Dios, porque sino me estaría dejando fuera los 2 magistrales Padrinos, y eso si que me quitaría todos los puntos de mi carné cinéfilo. ¡Y hala a examinarme de nuevo!.

Como una cosa va llevando a la otra y sin más preámbulos, El Padrino me lleva a Marlon Brando y éste a la primera película vista en este 2008: La jauría humana. Peliculón donde los haya. Reparto excepcional donde los haya. Interesante mezcla de experiencia y savia joven. Excelente guión que toma como punto de partida el libro The Chase de Horton Foote, especialista en “small-towns”. John Barry a la batuta que como sabrán no es un nuevo de esto. Vamos que la cosa tiene de todo y pinta bien.

Y lo fundamental, dirigida por Arthur Penn, autor, entre otras, de Bonnie and Clide y de Pequeño Gran Hombre. Las intenciones de Penn acerca de retratar la sociedad americana, parecen evidentes. Sin embargo lo que aparece en la foto no tiene el genuino sabor americano sino que es muy fácil extenderlo a la propia especie, atinadamente llamada jauría humana, por su capacidad devoradora.

Ricos devoradores de pobres, la infidelidad devorando a la frustración disfrazada de candidez, blancos devorando a negros, la corrupción intentando devorar a la integridad. Como verán la cosa no tiene desperdicio. Tanto que hasta el teóricamente más bandido es Santa Margarita de las Ánimas Benditas si lo comparamos con el resto de sus conciudadanos que, ¡sorpréndanse!, andan sueltos como si tal cosa.

No es de la Metro, que si lo fuese, al león lo hubiesen desplazado al medio de la cinta por equilibrar un poco la cosa con tanta fiera circulando a sus anchas.

Punto y aparte: Marlon Brando, en uno de sus mejores papeles (¿Y van...?)
Punto y seguido: Robert Redford, Angie Dickinson, Jane Fonda y James Fox.

Es un gusto encontrarlo: Robert Duvall

Mención para la veteranía: E. G. Marshall y muy, muy especial para Miriam Hopkins, actriz puntera de los 30 (¿Recuerdan Un Ladrón en mi alcoba de Lubitsch?). Quien tuvo retuvo y guardó para la vejez.

Les deseo que el año recién estrenado nos traiga a todos muchas de éstas.