Basándose en un musical francés representado también, con muchísimo éxito, en Londres y Broadway, el gran Billy Wilder consigue sacar de su chistera una comedia genial. Su varita mágica hace prácticamente desaparecer los números musicales que habían sido claves en el excelente resultado de la obra y se queda con las líneas maestras de una historia original y francamente divertida. El estudiante francés con apuros económicos de la versión original se trueca en un gendarme parisino apartado de sus funciones por exceso de celo profesional, en razón de las ideas cinematográficas de Wilder quien, por lo demás, se ajusta bastante al resto de la trama.
De «flic» (policía) a chulo proxeneta no hay más que un paso, un dulce paso con nombre de mujer: Irma. Una prostituta del barrio de Les Halles, donde se localiza el mercado de carne de la capital gala, expresión cuyo doble sentido se ajusta como anillo al dedo a una historia donde don Carnal vence por goleada a doña Cuaresma para escándalo de los comités moralistas norteamericanos de la época: «El tono chabacano y sórdido de la historia la hacen inaceptable como producción cinematográfica» fueron las declaraciones de Geoffrey Shurlock, Vicepresidente y Director de The Production Code Administration of the Motion Picture Association,es decir, uno de los jerifaltes del sistema censor vigente entre los años 1930 y 1968.
Sin embargo, tal consideración no amilanó a Wilder, quien llegó a decir: «No hay orgías, ni homosexuales ni canibalismo», en clara alusión al film de Mankievicz, De repente el último verano, basado en una obra de Tennessee Williams que había superado la censura de Shurlock. Por su parte, el productor Walter Mirish también creyó en las posibilidades que ofrecía el guión para realizar una «sofisticada comedia para adultos».
Así las cosas, el proyecto sale finalmente adelante. Wilder, poco satisfecho de su experiencia de rodaje en Berlín (Un, dos, tres) prefiere rodar en estudios, salvo unas pocas tomas en el Sena y una visión general del barrio de Les Halles, cuenta con una pareja consolidada como Jack Lemmon y Shirley MacLaine (El apartamento) y un secundario de lujo como es Lou Jacobi quien nos regala una interpretación excelente como Moustache el tabernero, «pero esta es otra historia...»
Muy bien Lemmon. Maravillosa MacLaine, en uno de los papeles de su carrera. Irma la Dulce es un film imprescindible de un director imprescindible cuyas películas han hecho del cine un auténtico arte.
Puntuación: 8,15