Tal
 vez me tildarán de pesado y de insistente. Ya sé que la mayoría de 
ustedes conocen y tienen claro a que se llamó y se sigue llamando “neorrealismo italiano”.
 Supongo que soy yo mismo quien tiene el concepto tan pillado con pinzas
 que siempre estoy recurriendo a definiciones y estudios más o menos 
documentados sobre la materia. Lo último que acabo de leer al respecto 
es que se trata de una especie de versión italiana del llamado realismo 
poético francés del que Marcel Carné y su Quai des brûmes eran dos 
magníficos exponentes. La cruda realidad reflejada con sensibilidad 
poética podría estar en el punto de partida de algunas películas 
insignia del movimiento neorrealista. Baste recordar Stromboli, tierra 
de Dios de Roberto Rossellini, pero no alcanza, y este es un juicio 
personal, a otros trabajos como esta “Senza Pietá” de Alberto Lattuada.
Sinceramente
 creo que, sin la dura realidad de la ocupación alemana y la resistencia
 al poder nazi no hubiésemos hablado nunca de neorrealismo. “Roma, ciudad abierta,”(Rossellini,
 año 1945) es un claro exponente cinematográfico de aquella situación, y
 puede considerarse como la película matriz de todo este movimiento. En 
esa línea claramente influenciada por el conflicto bélico tenemos otras 
películas: Paisa o Alemania año cero, del propio Rossellini o esta Senza
 Pietá de Lattuada. Otras se alejarán un tanto de la guerra finalizada, 
aunque seguirán mostrando una sociedad que trata de resurgir de las 
cenizas de las bombas y de los escombros de la destrucción: Ladrón de 
Bicicletas.
En
 Senza Pietá la guerra está latente. La Policía Militar americana trata 
de poner cierto orden en las calles de una Italia recién liberada. Son 
tiempos de contrabando, de pillaje, de vandalismo y de negocios sucios. 
Tiempos de miseria donde lo importante es sobrevivir aunque sea a costa 
de comerse las lágrimas y enterrar la moral en el fondo de la 
faltriquera. En las sinopsis que he leído de esta película, se dice que 
estamos ante una historia de amor entre una prostituta y un sargento 
americano de color. Tal parece que quienes resumen la película han visto
 la película pulsando el “forward”
 . No mienten, pero no dicen toda la verdad. Identificar el engaño a una
 buena muchacha,  que tras enterrar a un hijo muerto con apenas 12 días y
 luchando por sobrevivir parte en busca de su hermano, con la 
prostitución es sintetizar tanto las cosas que acaban deformando la 
verdad. A la única persona que se preocupa por ella, el sargento de la 
PM, se le tiende una trampa en la que acaba cayendo por amor. Y ella, 
durante el tiempo que el soldado pasa en prisión se ve obligada a muchas
 cosas por un grupo mafioso que domina todo Livorno. 
Tampoco
 estoy de acuerdo con quienes distorsionan la historia de amor 
añadiéndole tintes racistas o antirracistas, según se mire, aunque en 
este tema es posible que a finales de los 40 las cosas se viesen de otro
 modo muy distinto al actual. En cualquier caso, y según cuentan las 
crónicas, muchos soldados negros trataban de quedarse en Europa dada la 
situación insufrible que vivían los hombres de color en los Estados 
Unidos.
La
 historia que, brevemente, les he contado sin destripar muchas cosas, 
está en el centro. En la periferia tenemos la fotografía real de una 
Italia rota, destrozada por la guerra, donde se filmaba en las calles 
porque Cineccitá estaba destruida, donde incluso muchos actores no eran 
profesionales y donde, a través del cine, se daba una imagen al mundo de
 la Italia cierta y real.
Antes
 del conflicto mundial, el cine italiano era un exponente de la Italia 
tradicional, llevando a la pantalla obras clásicas de la literatura , 
dramas rurales o comedias urbanas. Con la reconstrucción llega otro tipo
 de cine donde los aspectos comerciales empiezan a tener un peso 
específico importante y donde la ficción le va robando espacio a la 
realidad. Entre esos dos ríos: El neorrealismo es el espejo de una 
Italia luchadora.
En
 Senza Pietá colaboró (también lo hizo en otros trabajos de Lattuada) un
 Federico Fellini, cuyo debut directivo se produciría poco después, 
también con el director milanés, en Luces de Variedades. La presencia de
 Nino Rota en la música o de Aldo Tonti en la fotografía son 
circunstancias a valorar y mucho.  Una gran promesa como Giulietta 
Massina es otro de los grandes alicientes del film.
Senza
 Pietá es un trabajo excelente de uno de los mejores directores 
italianos. Un gran desconocido para la mayoría. De él, ya comentamos en 
este blog, Anna, con Silvana Mangano, y con toda seguridad continuaré 
viendo trabajos suyos.
VIDEO SPOILER.....
 
 
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