viernes, 13 de julio de 2007

FRESAS SALVAJES (INGMAR BERGMAN - 1957)



A estas alturas del siglo XXI con más de cien años de cine a nuestras espaldas es difícil de creer que alguien se siente a ver una película de Ingmar Bergman sin saber lo que con toda seguridad se va a encontrar. Ni siquiera las últimas generaciones de cinéfilos pueden aducir desconocimiento porque curiosamente, aunque son las últimas en el tiempo son las primeras en estar informadas.

Los que amamos este arte y damos gracias a los Lumiére por ello, sabemos que hay directores que cuentan cosas y directores que dicen cosas. Y Bergman es de los que dicen. Y por ello hay que tener los ojos y también los oídos muy pero que muy abiertos. Su cine no es una invitación a la reflexión sino que reflexionar es una obligación. Y por ello, para algunos, entre los que me contaba, genera un cierto rechazo. Es realmente difícil de digerir pero cuando lo consigues es altamente gratificante.

Concretando, Fresas salvajes es, posiblemente, la película idónea para acercarse al cine de Bergman. Tiene de todo un poco, pero sin extralimitarse. Encontramos sueños surrealistas, una road-movie existencialista y por encima de todo, preguntas y más preguntas sobre el sentido de la vida ante la inexorabilidad de la muerte.

Y es inevitable quedarse sentado en el sillón, acabada la proyección, reflexionando. Intentando sacar el “jugo” a la película. Y eso no es fácil. Incluso puede que cunda el desánimo. Pero si se consigue superar esta fase con alguna conclusión, no con las de otro sino con las nuestras propias podremos enorgullecernos de lo logrado y exclamar: ¡Prueba superada!. “

Esta crítica acabo de publicarla en Filmaffinity . Bueno, la idea es animar a otros a ver esta película, pero no me parece correcto investirme de doctor honoris causa y tratar de sentar cátedra. El dogma de la infalibilidad no se inventó para ser aplicado a seres como yo, transeúntes perpetuos de caminos de imperfección.

Pero este es mi blog. Aquí las cosas son de otra manera. Esta es mi cueva, mi cabaña, mi igloo, mi refugio y si quiero empapelar las paredes con “insensateces” pues es mi problema. Así que, cojo aire, y al toro de las disquisiciones filosóficas sobre esta película de Bergman: Fresas salvajes.

Después de ver esta película, en ese rato posterior de meditación imprescindible, en nuestro interior resuenan cual campanadas de medianoche dos palabras: Vida y Muerte en un repique monótono e incesante.

Hasta el propio trayecto en coche del protagonista puede asemejarse al trayecto vital : El nacimiento, con la visita a la madre, la juventud, con los tres jóvenes que recogen en el camino y que comparten viaje, la madurez y los problemas de pareja representados por el matrimonio con el que se accidentan en carretera y por último la vejez y la decadencia hacia la muerte presencia constante en los propios sueños del doctor.

Y ciertamente, el viaje de Isak Borg hacia su jubileo académico, se convierte en una especie de viaje iniciático, en el que, una mezcla de pesadillas y realidades va configurando el acto de contrición de sus imperfecciones y amaneciendo un hombre nuevo. El doctor Borg que llega a Estocolmo es absoluta y sustancialmente distinto del que inició el viaje acompañado por su nuera Marianne.


Y si quieren el botón de la muestra, pues sólo tienen que observar el comportamiento tan distinto de Marianne en el inicio de la andadura y en el final del trayecto. Una Marianne que simboliza la vida en sus deseos de dar a luz en contraposición a su propio marido cuyo concepto de la existencia no difiere mucho de los conceptos religiosos de infierno y purgatorio, en sus versiones más tremendistas.

Y al final esperanza, como se suele decir. Un final con más luces que sombras y el recuerdo de los padres del doctor pescando placidamente parece querer decirnos que la vida gana, no se si por goleada, pero gana.

Eso es lo que yo he “visto” pero si ustedes ven otra cosa pues también puede ser. Por ello no vamos a discutir. En la propia película dos jóvenes discuten acaloradamente acerca de la existencia de Dios. Nosotros, por mucho menos, no vamos a discutir...



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