lunes, 23 de junio de 2008

CAMPANADAS A MEDIANOCHE (ORSON WELLES - 1966)


Campanadas a medianoche es una película difícil de comentar. Es de Welles y eso supone siempre "algo distinto" que podrá convencernos en mayor o menor medida pero que, con toda seguridad, "romperá esquemas". Esos son los poderes de Orson Welles. Por encima incluso de su buen trabajo como actor está la lucha contra la monotonía, lo convencional y lo preestablecido. "Welles is diferent" podemos afirmar, y eso se nota. Se nota en los contenidos, en las formas, en los diálogos, en el montaje, en los movimientos y enclaves de cámara y hasta en los blancos más limpios y en los negros más siniestros. Si las películas oliesen, olería a Welles.

Y Campanadas a medianoche tiene su inequívoco aroma. Esas tomas desde planos insospechados en la posada de costureras modositas. Esa batalla medieval tan exactamente igual a tantas y tantas batallas edad-media y a la vez tan singularmente cruel. Espejo donde se mirarán otros cineastas. Recordemos a Bravehearth. Ese desfilar de lanzas sacado de las insignes pinacotecas patrias. Los gozos de la miseria y las sombras de una realeza que añora entre versos shakaspearianos el tranquilo descanso del grumete en la tormenta. Los gozos y las sombras en el fondo de todo, en el rey que rabió y en el rey que finalmente acaba rabiando y pasando página de amistades peligrosas. La ingratitud y la caja de pino. A eso se reduce todo. Pero desde la primera narración en off hasta la postrera, "hemos visto tantas cosas, eh, sir John"....

Vimos interpretaciones de quitarse el sombrero, el almohadón ó la cacerola. Por cierto, genial interpretación bufa de su majestad por parte del propio Welles como Falstaff. Ahí están John Gielgud, Margareth Ruterford y Jeanne Moreau, lujazo donde los haya. Pero también encontramos a Keith Baxter como el principe de Gales ó Alan Webb como Shallow, cuasi desconocidos pero magistrales. Vimos localizaciones capaces de remontarnos en el aire de los siglos y de los paises: Ávila, Chinchón, Cardona... Y sobre todo oímos Maese Shallow las campanadas de un cine que despierta nuestra cultura ancestral europea, la cultura de Shakespeare atravesando océanos y fronteras para retornar en la mirada de un norteamericano universal por los cuatro costados. ¿Natural de Wisconsin?: Pura anécdota.

"Si, sir John, las oímos, las oímos..."



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